Una residente de Gedney Hill, en Lincolnshire, Reino Unido, recibió recientemente una carta que había esperado durante casi cinco décadas. Tizi Hodson, de 68 años, postuló en 1976 a un trabajo que describió como el de sus sueños: convertirse en motociclista de acrobacias. Sin embargo, la respuesta que tanto anhelaba nunca llegó, hasta ahora.
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El trabajo al que aspiraba Hodson en ese momento no era convencional. Se trataba de un puesto como motociclista de acrobacias, un campo dominado por hombres, lo que motivó a Hodson a ocultar su género en su solicitud, con el fin de evitar la discriminación. Pese a su entusiasmo y las múltiples expectativas que puso en la carta, nunca obtuvo una respuesta.
“Siempre me pregunté por qué nunca escuché nada sobre ese trabajo. Ahora sé por qué”, declaró Hodson, tras recibir la misiva que había sido extraviada durante casi medio siglo. La carta contenía una nota que explicaba el motivo de su retraso. Según el aviso adjunto, la Oficina de Correos de Staines la encontró detrás de un cajón, lo que provocó la entrega 50 años después de su emisión.
No sabe cómo dieron con ella
Una de las preguntas que Hodson se sigue haciendo es cómo lograron ubicarla tras tanto tiempo, ya que desde que envió esa carta en 1976, se ha mudado al menos 50 veces y ha vivido en diferentes países. Pese a todo, la carta finalmente llegó a sus manos, aunque con cinco décadas de demora.
“Significa mucho para mí recuperarla después de todo este tiempo. Recuerdo muy claramente estar en mi departamento en Londres escribiéndola”, comentó la mujer.
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Tizi Hodson compartió que, tras enviar la solicitud, revisaba su correo todos los días, esperando ansiosa una respuesta que nunca llegó. “Cada día revisaba mi correo, pero no había nada, y me sentía tan decepcionada porque, realmente, realmente quería ser motociclista de acrobacias”, explicó.
Una vida llena de riesgos
Lejos de quedarse estancada en la espera, Hodson llevó una vida que calificó como emocionante y llena de riesgos.
Se trasladó a África, donde trabajó como manipuladora de serpientes y domadora de caballos. Además, aprendió a volar, convirtiéndose en piloto de acrobacias e instructora de vuelo.
A lo largo de su vida, rompió varias barreras impuestas por los estereotipos de género en distintas áreas profesionales, incluso en las acrobacias aéreas.
Hodson también explicó que, en su postulación para el puesto de motociclista de acrobacias, trató de evitar que se conociera su género, ya que temía que esto le cerrara las puertas.
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“Tuve mucho cuidado de no dejar que las personas que estaban buscando un motociclista de acrobacias supieran que yo era mujer, o pensé que no tendría ninguna posibilidad de obtener siquiera una entrevista”, recordó.
Estaba decidida a demostrar que, sin importar los riesgos, era capaz de hacer el trabajo. “Incluso respondí que no importaba cuántos huesos me podría romper, ya que estaba acostumbrada”, añadió.
A pesar de nunca haber conseguido ese empleo, Hodson aseguró que su vida fue plena y llena de experiencias. Al preguntarle sobre qué le diría a su yo más joven, que esperaba una carta que tardaría medio siglo en llegar, Hodson afirmó: “Le diría que haga todo lo que yo he hecho. He tenido una vida maravillosa, incluso si me he roto algunos huesos”.