
Verdad, un capítulo necesario para empezar a sanar
La ardua tarea de elaborar el llamado ‘Informe Final’ de la Comisión de la Verdad significa, por vez primera, un espacio para albergar todas esas historias que parecían sepultadas por el miedo, las amenazas o el mismo dolor, lo que a su vez ha impedido iniciar el proceso de reconocimiento, perdón, sanación y reparación.
La Comisión de la Verdad, en voz del padre Francisco de Roux, entrega la mañana de hoy no solo un informe, sino todo un marco social para el reconocimiento de miles de relatos individuales que representan piezas clave del gran rompecabezas de reconstrucción y no repetición de lo que ha sucedido en Colombia.
Durante 3 años y medio un grupo de 11 personas se ha dedicado a la titánica tarea de recopilar lo acontecido en un país que lleva más de cinco décadas sin conocer la verdad detrás de las atrocidades de la guerra. Sus páginas significan, por vez primera, un espacio para albergar todas esas historias que parecían sepultadas por el miedo, las amenazas o el mismo dolor, lo que a su vez ha impedido iniciar el proceso de reconocimiento, perdón, sanación y reparación.
El arduo proceso de elaboración del texto implicó la recolección de cerca de 15.000 entrevistas individuales y colectivas, tanto en territorio nacional como a colombianos en el exilio, la investigación en profundidad de 730 casos y 1.195 informes de hechos de violencia durante el conflicto armado y la creación de 28 Casas de la Verdad.
Así mismo, como el mismo organismo lo anunció, también supuso “la realización de 14 diálogos para la no continuidad y la no repetición del conflicto armado, 10 reconocimientos (de responsables y de dignificación a víctimas), 17 contribuciones a la verdad (entre ellas las cinco sostenidas con los expresidentes Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos), 16 encuentros por la verdad, 53 espacios de escucha (de todos los sectores, incluida la Fuerza Pública), 23 escenarios de convivencia y 5 diálogos de recomendaciones”.
Sin embargo, es de resaltar que el texto ha podido ver la luz gracias a la colaboración de 186 voluntarios y el apoyo de cerca de 800 organizaciones internacionales, así como a las más de 23.000 horas de investigación y deliberación de documentos históricos, expertos multidisciplinarios y archivos nacionales, “incluida la exploración en profundidad de la difícil situación de los pueblos étnicos (comunidades negras, indígenas y Rom) durante la guerra”.
La presentación del informe –que paradójicamente se hará en el teatro que lleva por nombre el del asesinado Jorge Eliécer Gaitán– es precedida por una semana de trepidantes testimonios de víctimas de las Farc, en el marco del macrocaso 01 que lleva la JEP, en el que se abordaron los secuestros cometidos para buscar liberaciones de guerrilleros presos, las retenciones para garantizar el control territorial y los plagios extorsivos para financiar a la organización.
Sirviendo de voz de algún ser querido asesinado o desaparecido, o por vivencia propia, valientemente los asistentes expusieron durante tres días sus heridas al mundo, y, nada más y nada menos que ante la cúpula de los ‘señores de la guerra’ ( Rodrigo Londoño, Pablo Catatumbo, Pastor Alape, Milton de Jesús Toncel, Jaime Alberto Parra, Julián Gallo y Rodrigo Granda), quienes debieron escuchar, replicar y asumir responsabilidades.
Desde un hombre que recuerda en voz alta la carta que escribió una Navidad siendo niño para rogar por la liberación de su padre: “Por favor, señores de la guerrilla, no nos hagan sufrir más”, hasta una hija que reclamó por el engaño al que fue sometido su padre a quien le dijeron que su familia no había querido pagar su rescate y murió en cautiverio sumido en la tristeza, cada relato estuvo cargado de desconsuelo, y pese a ello reflejó las ansias y expectativas por cómo resultará este proceso y remarcó su importancia como paso histórico para el esclarecimiento de lo sucedido.
Así las cosas, el país podrá conocer también este martes alrededor de 300 recomendaciones de la comisión para contribuir a la no repetición, extraídas del corazón de cada región visitada, así como de las mismas víctimas y del análisis de sus palabras, que se espera sean el comienzo de un camino de sanación necesario para el país, pero ahora bajo la base de la más que necesaria y anhelada verdad.
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