Durante la primera jornada de sesiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Baranquilla, su presidente, el juez Eduardo Ferrer MacGregor, aprovechó para enfatizar los enormes desafíos que persisten en America Latina sobre Derechos Humanos. 

El primero de ellos es la pobreza y la desigualdad, que es el lastre mayor de nuestra región: 182 millones de pobres y 62 millones en condición de pobreza extrema evidencian una situación que no puede ocultarse, ni siquiera detrás de cualquier cifra macroecoómica positiva, por muy alentadora que resulte. 

El segundo punto crítico es la violencia contra la mujer. La cultura machista, la cual se reproduce casi con exactitud en cada generación, redunda en cifras que son dramáticas y que no disminuyen a pesar de algunos avances en materias, por ejemplo, legislativas.

 Según el Banco Mundial, el 47% de las mujeres de América Latina han sido víctimas de al menos un ataque sexual durante el trascurso de su vida, y el 69% de las mujeres de 15 países de la región que fueron abusadas físicamente recibieron los abusos por parte de sus parejas. 

El tercer reto es la crisis migratoria, agudizada, por supuesto, por la crisis venezolana y por las oleadas de migrantes centroamericanos que se desplazan de sus países empobrecidos tranatndo de encontrar oportunidades en Estados Unidos. La migración por las razones económicas es, tal vez, una de las grandes tragedias históricas de esta parte del mundo. 

El cuarto tema en cuestión es el cambio climático, un asunto que en ocasiones parece tangencial en la agenda política de nuestros países, con el agravante de que muchas veces las alternativas de desarrollo que nos plantean como pertinentes resultan ser las que más daño le hacen al medio ambiente. 

Ell quinto punto neurálgico es el del crimen organizado y la violencia, dos problemas que históricamente van de la mano. Desde México a la Argentina, las enormes utilidades que porduce el tráfico de drogas ilegales genera muertes, desplazamientos y corrupción. Y si a esto le añadimos nuestra incapacidad de resolver los conflictos usando vías pacíficas e institucionales, la radiografía en esta materia sigue siendo preocupante. 

El sexto desafío, siempre a la luz de los coneptos de la Corte IDH, es el autoritarismo, un fenómeno que parecía extinto cuando se cayeron las útimas dictaduras militares en el sur del continente, pero que renacieron de sus cenizas bajo el manto de nuevos populismos de izquierda liderados por el desastroso régimen chavista en Venezuela. 

Es importante que nuestro país y nuestra ciudad acojan a este tribunal, cuya misión es preservar el ejercicio de los derechos de las personas, que son, en últimas, el mayor de nuestros patrimonios. Pero es más importante aún que no echemos en saco roto el recordatorio del juez Ferrer, porque de la manera en la que enfrentemos los seis desafios que seguimos en deuda de resolver depende en gran medida nuestro destino como ciudadanos de este continente. 

Ferrer destacó la importancia de las sesiones, en donde se propician diálogos con la ciudadanía. “Celebraremos tres audiencias públicas de casos contenciosos. Además, tendremos un seminario sobre el papel de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.