
¿Qué sigue ahora?
El presidente electo Iván Duque avanzó ayer en su discurso algunas claves de lo que será su mandato. Proclamó que su bandera será la lucha contra la corrupción y llamó a la unidad de los colombianos.
Hablaron las urnas, y no dejaron lugar a dudas. Iván Duque será el próximo presidente de la República, tras obtener en segunda vuelta un caudal histórico de votos: 10, 4 millones.
La victoria del candidato de Centro Democrático pone fin a una larga y crispada batalla electoral que produjo hondas divisiones en la sociedad colombiana.
¿Qué ocurrirá a partir de ahora en el país? La respuesta la tiene, en gran medida, el propio Duque, que el 7 de agosto se sentará en el solio de la Casa de Nariño con un poderoso respaldo en las urnas y un Congreso mayoritariamente a su favor. Y –quizá lo más importante– en un país de marcado carácter presidencialista, donde el Gobierno central maneja una chequera equivalente al 14% del PIB y donde los mandatarios tienen un margen amplio para gobernar por decreto.
En su discurso tras el triunfo, Duque avanzó algunas claves de lo que será su gestión. Dedicó gran parte de la intervención a llamar a la unidad de los colombianos y prometió gobernar “sin odios ni venganzas”. Habrá que ver cómo traduce en hechos estas declaraciones de buenas intenciones.
Proclamó que la “bandera” de su mandato será la lucha contra la corrupción. Dijo que acabará con la “politiquería y el clientelismo”, y apeló al relevo generacional que él encarna (es el segundo presidente más joven de la historia) para anunciar el final de la “vieja política”.
Se refirió también a dos de los puntos más polémicos de su campaña: su pretensión de reformar la justicia y el futuro del Acuerdo de Paz. Sobre lo primero, reiteró su compromiso de buscar consenso para la reforma, aunque eludió mencionar de modo expreso su controvertido plan de unificar las altas Cortes. En cuanto al Acuerdo de paz, repitió que no lo hará “trizas” y anunció algunos “ajustes”, sin entrar en detalles. ¿Conseguirá convencer de sus planes al poder judicial y a los partidos hoy aliados suyos en el Congreso que apoyaron el ‘sí’ en el plebiscito? Si no, ¿intentará actuar al margen de ellos?
Otro interrogante que se abre es cuál será el grado de dependencia de Duque con respecto al jefe de su partido, Álvaro Uribe. El futuro lo dirá. Lo único cierto en este momento es que los presidentes en Colombia, como se señaló antes, disponen de un poder enorme que les permite decidir hasta dónde extienden sus márgenes de acción.
El nuevo escenario político también consagra a Gustavo Petro como el gran referente de la izquierda, al obtener algo más de ocho millones de votos. El líder de Colombia Humana, que tendrá curul en el Senado, avisó que hará una firme oposición, y cabe prever que su presencia dará ‘picante’ a los debates en la Cámara.
Está por ver si Petro, en los cuatro años venideros, logra vencer las reticencias de sectores progresistas que lo miran con desconfianza y consigue atraerlos a su proyecto. De momento, se puede preciar de haber llevado a la izquierda colombiana al nivel electoral más alto de su historia.
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