A pesar de que cinco de las seis clasificaciones históricas de la selección Colombia a los mundiales de fútbol se han conseguido teniendo a Barranquilla como sede (Italia-1990, Estados Unidos-1994, Francia 1998, Brasil-2014 y Rusia-2018), siempre que hay una derrota o empate de local, algunos periodistas y aficionados del interior del país ponen en tela de juicio la favorabilidad de jugar en la capital del Atlántico.

Empiezan a tejer versiones sobre lo “inconveniente” que es para ‘la Amarilla’ el calor y la humedad de ‘Curramba’ y lanzan la infaltable pregunta: ¿Colombia debe seguir jugando en Barranquilla?

Por más que ya se haya explicado y destacado hasta la saciedad, de parte de los entrenadores y jugadores del combinado patrio de diferentes épocas, los beneficios de jugar en el estadio Metropolitano, de paso el mejor escenario futbolero del país, siempre han intentado dinamitar la estabilidad de la sede con críticas, controversias, dudas y argumentos sin mayor peso.

La polémica sobre si Barranquilla debe continuar albergando los partidos de Eliminatoria no ha surgido después de algunas de las cinco clasificaciones, ahí no, en ese momento todo es felicidad y carnaval, “el ambiente de Barranquilla es inigualable”, “la ‘Arenosa’ es una fiesta” y nadie ve algo malo.

Los críticos permanecen agazapados y reprimidos hasta que la selección Colombia parpadea en la cancha. No importa si la crisis es por razones eminentemente futbolísticas, por jugadores en bajo nivel o por un técnico que no ha logrado acertar en sus decisiones, los lanzadores de dardos salen de sus cuevas y le apuntan con todo a la ‘Puerta de Oro’ que se ha abierto de par en par a la Selección y a todos los colombianos.

Ahora que Reinaldo Rueda y sus dirigidos suman siete partidos sin ganar y sin anotar siquiera un gol, y han puesto en riesgo la clasificación al Mundial Catar-2022, no han faltado los oportunistas que le echan agua sucia a Barranquilla. Algunos con intenciones de sacar provecho como el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina.

El burgomaestre de la capital del Valle, después de la derrota 1-0 ante Perú, ofreció a Cali como sede porque allá sí “la van a apoyar con el alma” y no será “un turisteadero de cachacos arribistas”.

Ospina hizo alusión a la gran cantidad de aficionados de otras partes del país que asisten a los partidos de eliminatoria en Barranquilla a través de la adquisición de paquetes de agencias de viajes que incluyen tiquetes aéreos, hotel, traslado al estadio y posteriores viajes a Cartagena y Santa Marta.

Seguramente que el mandatario caleño aspira a que esos paquetes turísticos tengan como rumbo su ciudad y muevan su economía como se mueve en territorio barranquillero cada vez que juega la Selección.

Ospina y los demás oportunistas deben respetar a la sede que se ha esforzado al máximo para tener el privilegio de acoger al representativo nacional

Aparte de brindar calor climático y humano a los jugadores, porque más han sido los partidos llenos de aliento y colorido que los que se terminan con insultos y lanzamiento de algunos guijarros hacia el DT local de parte de algunos energúmenos que nunca faltan en los estadios, lamentablemente, Barranquilla ofrece exención de impuestos, una sede de entrenamientos de categoría mundial y toda una serie de facilidades para que los futbolistas solo se tengan que preocupar por jugar.

Cali y cualquier ciudad que quiera recibir a la Selección tendrán que superar todo lo que ha cosechado y logrado Barranquilla y su estadio a lo largo de los años. Más respeto con la tradicional casa de la Selección.