Editorial

La ampliación de la 51B no puede esperar

Cuenta atrás para la ampliación de la carrera 51B, una de las obras más demandadas por los ciudadanos de Barranquilla y municipios costeros, para mejorar la movilidad del corredor vial e impulsar el desarrollo turístico de la zona. Cuidar los detalles para mitigar sus impactos es esencial.

La Gobernación del Atlántico aseguró los recursos necesarios para iniciar las obras de ampliación de la carrera 51B. Proyecto de infraestructura realmente imprescindible y conducente a superar el insufrible caos vehicular que a diario se registra, principalmente en las horas pico, en este corredor vial –entre la Circunvalar y el municipio de Puerto Colombia– en el que por su creciente desarrollo urbanístico convergen colegios, universidades, centros médicos, zonas residenciales, sectores comerciales, empresariales y de entretenimiento. Una progresiva conurbación que debe ser atendida en toda su extensión, con sus pros y contras. 

Miles de personas deben transitar a diario por el llamado Corredor Universitario, sorteando trancones, huecos, baches o falta de señalización e iluminación en determinados tramos. Sin otras opciones, terminan soportando una odisea plagada de vicisitudes, que no solo causa incomodidad o malestar entre los distintos actores viales, sino que los expone a eventuales siniestros, en especial porque casi nunca cuentan con una respuesta oportuna y eficiente de las respectivas autoridades de tránsito. En este sentido, la intervención de la carrera 51B no admite otras consideraciones ni más retrasos. 

La inversión en el primer tramo, desde la Circunvalar hasta la Universidad del Atlántico, supera los $200 mil millones. $100 mil serán aportados por Invías y el resto, $108 mil, acaban de ser aprobados, enhorabuena, por el Órgano Colegiado de Administración y Decisión (Ocad) Regional Caribe, entidad de carácter público conformada por representantes de los gobiernos nacional, departamental y municipal para evaluar y aprobar proyectos a financiarse con recursos del Sistema General de Regalías. 

La luz verde a esta iniciativa que, además de mejorar la movilidad en la vía, será decisiva para impulsar el desarrollo turístico, y por ende la economía de la zona costera, constituye un claro espaldarazo de la Nación a la administración departamental que venía apalancando la búsqueda de fondos para echar a andar el proyecto. En tiempos de escasez se precisa ser innovador o disruptivo. Quedarse de brazos cruzados cuando las necesidades apremian no es indicativo de una gestión eficaz ni responsable. 

La ampliación de la 51B, así como su contratación, se hará en dos fases. Los prepliegos de la primera unidad funcional, entre la Circunvalar y la entrada del Club Campestre, se publicarán esta misma semana. Respecto a la segunda, desde este último punto hasta la Uniatlántico, se procederá de igual manera, una vez se cumplan los trámites y asignen los recursos. En ambos casos, deben quedar contratadas este semestre para comenzar a ejecutarse antes de finalizar el año. La meta de entregar el proyecto terminado 18 meses después resulta ambiciosa, pero no imposible. Será viable si se cuenta con una adecuada gerencia de obra, capaz de optimizar tiempos, estimar contingencias y superar dificultades, que surgirán en el arduo proceso de construcción de los nuevos carriles, deprimidos, glorietas y otros espacios. 

La mayor complejidad está relacionada con el plan de manejo de tráfico que, en una primera evaluación, contempla 23 tramos de obra con medidas especiales, como horarios diferenciales, pico y placa, rutas alternas y desvíos. Se requerirá, en consecuencia, una estrategia robusta para socializarlo con las instituciones académicas, padres de familia y estudiantes, comerciantes y vecinos, entre otros. El resto de comunidades, tanto de Barranquilla como de los municipios de la zona costera, también debe ser informada oportunamente porque de ello dependerá que se logren mitigar, en buena medida, los impactos de todo tipo. Queda claro que es impracticable ejecutar el proyecto de forma simultánea. Por consiguiente, no todo el corredor vial podrá ser cerrado y deberá ser segmentado para trabajar y entregar por tramos, manteniendo plazos y evitando improvisar para avanzar sin dilaciones ni traumatismos.

Este es un proyecto crucial para los intereses estratégicos del Atlántico que necesitará respaldo ciudadano porque demandará grandes sacrificios. Mientras duren las obras, el tráfico será aún más complejo: un costo que se deberá asumir para superar el atraso vial en la zona. Encontrar fórmulas para hacerlo lo menos difícil posible es fundamental.

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