El Editorial | Pacto por el turismo
Convertir a los municipios costeros del Atlántico en un nuevo destino de turismo regional requiere inversiones robustas y focalizadas para asegurar adecuada infraestructura, conectividad vial y digital y servicios públicos de calidad.
Atlántico tiene en marcha un ambicioso proyecto de reactivación económica en el que se están invirtiendo $2 billones. Uno de sus ejes centrales es la transformación de los municipios costeros con obras y empleos para apuntalar crecimiento y desarrollo económico, garantizando bienestar para su gente, merecedora de una mejor calidad de vida.
Pacto por el Turismo, iniciativa de la Gobernación del Atlántico respaldada por el Gobierno nacional, busca ser uno de los motores que jalonen la recuperación del departamento en 2021. Una apuesta segura si se tienen en cuenta las fortalezas de un territorio en el que se conjugan naturaleza, playas, gastronomía, historia, cultura y lo más importante, las ganas de los habitantes de Puerto Colombia, Tubará, Juan de Acosta, Piojó, Luruaco y Usiacurí, quienes, en justo reclamo, piden mayores oportunidades para llegar a ser verdaderos empresarios del turismo.
Cada vez más posicionada como destino de negocios y eventos nacionales e internacionales, Barranquilla atrae visitantes que no logra ‘retener’ durante más de dos días. Buena parte de ellos, terminan en Cartagena y Santa Marta, bien sea porque no conocen la propuesta de sol y playa del Atlántico o porque no les satisface esta oferta que se queda corta frente a los estándares exigidos por un turista dispuesto a pagar por servicios de calidad.
A lo largo del corredor costero se requieren inversiones robustas y focalizadas para asegurar el ordenamiento de las playas, una completa infraestructura hotelera, excelente conectividad vial y digital y servicios públicos, especialmente agua potable con cobertura y continuidad. Turismo sin agua no es viable. Por eso, resulta clave la ejecución del nuevo acueducto del norte, en el que se invertirán cerca de $200 mil millones para beneficiar a más de un millón 600 mil habitantes del departamento.
La gobernadora Elsa Noguera afirma, y con razón, que el reto de convertir a los municipios costeros del departamento en un nuevo polo de turismo de la Región Caribe no riñe ni compite con destinos tan reconocidos, dentro y fuera del país, como Cartagena y Santa Marta. Por el contrario, el corredor del Atlántico aspira a consolidarse como una oferta turística complementaria para los residentes de Barranquilla, otras ciudades de la Costa y visitantes nacionales y extranjeros interesados en disfrutar, por ejemplo del turismo de naturaleza en lugares como la reserva ambiental Luriza, en Usiacurí, o el Centro de Experiencia Tití Cabeciblanco, en Luruaco.
Puerto Velero, en Tubará; Salinas del Rey, en Juan de Acosta; o Sabanilla y Pradomar, en Puerto Colombia; son sitios ideales para el turismo de playa y la práctica de deportes náuticos por sus condiciones hidrometeorológicas. Puerto Colombia, donde se están invirtiendo más de $140 mil millones en la recuperación de su Centro Histórico y el muelle será foco gastronómico y cultural del departamento gracias a un nuevo mercado, un centro comercial y una plaza renovada. Piojó tendrá un parque temático y Barranquilla arrancará en pocos días la licitación de su más ambicioso plan de biodiverciudad, el Ecoparque de la Ciénaga de Mallorquín y la intervención de la playa de Puerto Mocho, según confirmó el alcalde Jaime Pumarejo.
El Pacto por el Turismo une las voluntades de los alcaldes de estos territorios bajo el liderazgo de la Gobernación, y pone a prueba el trabajo en equipo para potenciar, por primera vez, al Atlántico turístico como un motor de desarrollo. La experiencia ganada en la articulación entre los sectores público y privado, que en Barranquilla y Atlántico, ha logrado importantes resultados en los últimos años devolviendo la confianza en el departamento será útil para impulsar este proyecto de reactivación económica en momentos de crisis como este, en el que garantizar empleo, oportunidades y equidad para las comunidades más vulnerables debe ser prioridad de los gobernantes. Recorrer el Atlántico, valorar lo nuestro y descubrir las maravillas de nuestra riqueza natural y la bondad de sus habitantes es un privilegio que todos tenemos a nuestro alcance.
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