El Editorial | La Tierra del Olvido
Para celebrar los 25 años de la icónica producción discográfica, el cantautor samario Carlos Vives compartió una versión renovada del video del tema principal filmado en las entrañas de la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta.
25 años cumple una de las producciones discográficas más icónicas de la música en Colombia, el álbum La tierra del olvido, del cantautor samario Carlos Vives, que celebró este simbólico aniversario compartiendo una versión renovada en resolución 4K del video del tema principal filmado en las entrañas de la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta. Éxtasis en esencia pura a través de cada una de las escenas que ofrecen una visión sobrecogedora, casi perturbadora, de la deslumbrante belleza natural de este pedazo del Caribe colombiano.
El artista guardó durante más de dos décadas la lata con el negativo fílmico original que acaba de ser restaurado y digitalizado. No le falta razón a Vives cuando asegura que este video es “una obra audiovisual emblemática de la era de los 90 en Colombia. Es Colombia misma en unas pocas imágenes y le mostró al país su propia cara, olvidada y desconocida en las grandes capitales”.
En poco más de cuatro minutos, mientras Vives va cantando y contando la historia de amor y desamor de una joven pareja de campesinos, las imágenes que enlaza el video le restan protagonismo a todo lo demás hasta embelesar de manera tan cautivadora a los espectadores que incapaces de resistirse terminan siendo arrastrados hasta el corazón mismo de la Sierra, ese lugar único e irrepetible en la faz de la tierra que sufre de un histórico y selectivo olvido, excepto de quienes durante décadas se han encargado de hacerle inmenso daño imponiendo aberrantes prácticas criminales que la han cubierto de dolor y sufrimiento.
Resulta incluso provocador constatar cómo este testimonio fílmico de la Colombia profunda mantiene una ardorosa vigencia un cuarto de siglo después. Secuencia tras secuencia se refleja la absoluta riqueza de lo simple y auténtico de la esencia Caribe, la apoteósica belleza del mar cuando se besa con las montañas y el verdor de la espesura, los picos nevados, la serena presencia de los pueblos indígenas, la pureza del agua que es la vida misma, la paz de un tierra sagrada que debe ser protegida de quienes siguen intentando arrebatarle su excepcional condición.
La irrestricta defensa de la Línea Negra, la delimitación ancestral del territorio donde se encuentran 348 sitios y espacios sagrados ha llevado a las comunidades indígenas kogui, arhuaca, wiwa y kankuama a librar una batalla jurídica que está ahora en manos del Consejo de Estado para evitar su afectación.
Con acciones legales radicadas ante el alto tribunal dicen que buscan proteger y respaldar la legalidad del demandado Decreto 1500 de 2018, y además frenar el avance de obras y otros proyectos de infraestructura amenazantes de su estabilidad cultural y ambiental. Una cruzada compartida por Vives a través de la campaña #1500Latidos por la defensa del corazón del mundo.
Vives fue un pionero, no cabe la menor duda. Irreverente y transgresor, como llegó a ser calificado en ese momento, con pelo largo, pantalón mocho y descalzo sobre una monumental roca de cara al océano le confirmó a todos, a través de su ‘tierra del olvido’ que el mundo mágico de Macondo no solo alcanzaba vida propia en la incomparable pluma del nobel cataquero Gabriel García Márquez, sino también en las profundidades de la Sierra Nevada donde es posible ver una “luna que alumbra por la noche los caminos" tan absolutamente hermosa que siempre será un privilegio volver.
Esta banda sonora de todos los colombianos marcó el inicio de una época exitosa en la industria musical del país con el nacimiento de nuevos sonidos, a partir de los vallenatos, cumbias y porros, que mezclaron instrumentos eléctricos como guitarras, bajos y baterías con los tradicionales tambores, maracas y gaitas del folclor Caribe y la cultura anfibia. Un nuevo pop que tuvo su origen en la experiencia del cantante y actor en “Clásicos de la provincia” y en su interpretación del gran Rafael Escalona. Un ejercicio creativo único que desafió todo lo conocido y se convirtió en el ‘rock de mi pueblo’, como lo bautizó Vives, enaltecido por el talento del maestro Egidio Cuadrado con su inseparable acordeón.
La tierra del olvido perdurará por siempre porque más allá de un álbum, una canción o un video es una proclama por el valor de la vida y la diversidad cultural, una defensa de los territorios y la naturaleza, una ventana para expresar y sentir lo que somos en el Caribe. Un cruce de caminos entre la alegría y el dolor, entre la esperanza y la desilusión. Una lucha constante y poderosa.
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