En medio de un año convulso, con muchas situaciones problemáticas internas y algunas tensiones internacionales entre el Gobierno colombiano y los de otros países, por las nada diplomáticas opiniones, convicciones y ocurrencias del presidente Gustavo Petro, nuevamente la selección Colombia de fútbol resultó ser uno de los pocos factores de unión en esta nación.

Más allá del controversial coro que a veces se escucha durante los partidos de la selección (“¡Fuera Petro! ¡Fuera Petro!”), cada vez que el combinado patrio juega, anota goles y celebra victorias, esta tierra parece reconciliarse, todos se abrazan y se estrechan las manos. La derecha con la izquierda, el rico con el pobre, el afro con el blanco, el católico con el cristiano, no hay diferencias políticas, de clases, raciales o religiosas cuando la Amarilla está en una cita con la gloria, mucho menos cuando lo que está en juego es gloria mundialista.

El seleccionado que dirige el argentino Néstor Lorenzo, después de un comienzo maravilloso, una racha titubeante y un remate contundente, consiguió redondear su clasificación a un inédito Mundial que se jugará el próximo año con 48 selecciones y tres sedes, Estados Unidos, México y Canadá.

Es la séptima clasificación de Colombia a un campeonato ecuménico, la sexta teniendo como casa el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, de Barranquilla, que vuelve a dar un aura ganadora al equipo de todos.

A menos de siete meses para que ruede el balón en Norteamérica, las expectativas son grandes, con todo y las dificultades deportivas que reviste una Copa del Mundo y las falencias que llegó a mostrar el equipo nacional en una etapa del clasificatorio, sobre todo en el frente de ataque, donde tenía demasiadas dificultades para convertir.

La gente, como de costumbre antes de una competencia de esta relevancia, se entusiasma y sueña en grande. Por eso Colombia es uno de los países con más solicitudes de boletas para el Mundial de 2026, que comenzará el 11 de junio y culminará el 19 de julio.

Seguramente las peticiones de visa estadounidense también se han multiplicado, a pesar de las drásticas y duras políticas migratorias del gobierno de Donald Trump, quien ha entendido un poco el contexto y ha anunciado en los últimos días, junto con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que se anticiparán las citas en las embajadas de Estados Unidos a las personas que ya tengan boletas para asistir al Mundial.

La idea del ‘FIFA Pass’, como llamaron y presentaron la iniciativa, es darles prioridad a los aficionados con entradas y agilizar sus trámites migratorios.

De todas formas, con visa o no, la actualidad de un jugador como Luis Díaz, que se encuentra en la élite del balompié internacional y brilla en cada jornada con el Bayern Múnich de Alemania, ilusiona a la afición futbolera del país.

La experiencia, inteligencia y calidad de James Rodríguez, que en la Selección muestra su casta y jerarquía por más que no esté teniendo estabilidad en los clubes, también abre esperanzas de una buena participación.

Pero por encima de esas individualidades que son los principales referentes de esta selección, lo más destacado es la fuerza y armonía grupal que muestra en la cancha. Colombia es sólida y muy competitiva cuando juega unida, solidaria y pensando en el beneficio general en vez del particular.

Así se ha visto bajo el mando de Lorenzo durante la eliminatoria, en la Copa América 2024, en la que resultó subcampeona, y en el cierre de este año en los partidos de preparación. La tarea ahora del cuerpo técnico es mantener esas enormes virtudes y corregir errores para crecer y arribar con mayores cualidades a la fiesta mundialista, en la que muy probablemente será local en la mayoría de partidos, teniendo en cuenta la gran cantidad de colombianos que piensan viajar y los que ya están radicados en el norte del continente.

De aquí al inicio del torneo, muchas cosas pueden pasar y algunos jugadores que parecen con el puesto seguro, pueden terminar perdiéndolo. Kevin Mier, por ejemplo, estaba peleando uno de los tres puestos de arquero, pero ya quedó fuera de carrera por una grave lesión.

Competir, hacer méritos en su club y aprovechar la oportunidad cuando se pongan la casaca amarilla es la ruta adecuada para llegar al combinado patrio. Ya hay varios que tienen ventaja en esa lucha.

De Lorenzo dependerá que se elijan a los mejores futbolistas y que la representación mundialista sea destacada y supere la de Brasil 2014, cuando se dispararon los cuartos de final, bajo la batuta de José Pékerman y la asistencia técnica del timonel actual.

Hasta ahora, la dirigencia del fútbol colombiano, encabezada por el barranquillero Ramón Jesurun Franco, está brindando las condiciones y posibilidades para alistarse de la mejor forma y llegar con todo el potencial al desafío ecuménico. Hay que ofrecer las mejores circunstancias posibles.

Falta mucho todavía, pero ya se siente que viene un ‘año mundial’.