Más que un estadio, el Metropolitano Roberto Meléndez es memoria viva de Barranquilla. Desde su majestuosa e inolvidable inauguración el 11 de mayo de 1986, y en aquellos días cuando del cielo bajó ‘El Campeón’ Edgar Perea, el Coloso de la Ciudadela ha sido testigo de grandes hazañas futbolísticas. Imposible olvidar que en seis ocasiones, la última hace menos de un mes, la Selección Colombia se ha clasificado a un mundial, ratificando que en casa es casi imbatible.

Pese a ello, nunca faltan intrigantes voces que cada cierto tiempo sugieren, por activa y por pasiva, que la tricolor emprenda nuevos rumbos. Allá ellos y sus ganas de buscarle tres patas al gato; bien sabemos quiénes son y lo que pretenden. Barranquilla, la Puerta de Oro de Colombia —no de ahora, desde sus orígenes—, se ha revelado como una ciudad acogedora, hospitalaria e integradora, siempre dispuesta a recibir a hinchas de todos los rincones del país. Y lo hacemos con alegría, porque aquí aprendimos a reconocer que nuestra Selección es el mayor símbolo de unidad nacional, de un orgullo colectivo que necesitamos preservar.

Sin duda, la Selección Colombia será una de las principales beneficiadas con el conveniente proyecto de ampliación y modernización del Metropolitano, al igual que el Junior, pues más aficionados podrán asistir a sus partidos con el aumento del aforo de 48 mil a 60 mil plazas.

Pero esta obra, que arrancará a finales de año, según el alcalde Alejandro Char, tiene una dimensión aún más ambiciosa. Representa el inicio de una nueva era para Barranquilla en su meta de ser una urbe con una moderna infraestructura, habilitada para realizar eventos de talla mundial, tipo conciertos, con las exigencias requeridas por los artistas del momento.

Nada tiene que ver en ello el tan mentado ‘espantojopismo’ que nos acosa a diario en Barranquilla. Si el Metropolitano cuenta con un aforo de 75 mil asistentes para espectáculos musicales y de entretenimiento en general, entrará en el selecto club de estadios con más capacidad de América Latina. Será una plataforma para potenciar el turismo de conciertos, que dinamizará la economía, en particular los sectores hotelero, gastronómico, transporte, comercio y creará empleo local. En últimas, impulsará la competitividad de la ciudad y consolidará su imagen como epicentro cultural. Dicho de otra forma, nos situará en el mapa de los destinos que ofrecen experiencias memorables, con ofertas atractivas e irresistibles.

Una de ellas, que aún se mantiene intacta en el recuerdo de quienes tuvieron la fortuna de disfrutarla, fue el apoteósico paso de Shakira por Barranquilla el 20 y 21 de febrero. Sus dos conciertos, con lleno total, vendieron 85 mil entradas, crearon 12 mil empleos y su impacto económico alcanzó los $67 mil millones. ¿Se imaginan más espectáculos de esa magnitud?

El impacto que el nuevo Metropolitano podría tener en el fortalecimiento de las industrias creativas y culturales del Atlántico ilusiona. Sobre todo, porque abriría un mundo de posibilidades aún por explorar. De ahí que cada detalle en la modernización del ‘Metro’ se deba pensar en clave de futuro, sin que pierda su esencia como la caldera que ‘funde’ a los rivales de la Selección, el fortín donde la hinchada juniorista desfoga toda su pasión y el ‘rumbeadero’ más apetecido por los amantes de los shows musicales, como el que ofreció recientemente el artista vallenato Silvestre Dangond, durante el cierre de su gira nacional.

Hasta ahora lo que se sabe es que se eliminará la pista atlética para acercar a la afición al terreno de juego, como ocurre en los estadios de Europa, se bajará el nivel de la cancha e instalará un gramado híbrido, con fibras naturales y sintéticas, de última tecnología. Suena bien, aunque habrá que esperar para conocer en detalle el proyecto para cambiarle la cara al ícono urbano, que podría estar listo en 2026, coincidiendo con su aniversario número 40.

¿Por qué no soñar que su reapertura pueda ser el mismo día en el que Barranquilla reciba la final de la Copa Sudamericana en 2026, por la que la ciudad está siendo considerada? Una opción que antes era inalcanzable. En materia de inversión, ejecución de obras y el cronograma a seguir, el reto será descomunal, pero vale la pena de principio a fin. Porque el ‘Metro’ hace parte del corazón que late en cada barranquillero que se ha emocionado hasta las lágrimas en sus tribunas. Es nuestro templo del fútbol, de la música y la alegría, un punto de encuentro de generaciones, al que debemos honrar y renovar para que tenga larga vida.