A ganar se dijo. Con el apoyo de más de 35 mil aficionados en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, su casa ideal, la selección Colombia buscará clasificar por séptima ocasión a una Copa del Mundo de Fútbol, una experiencia que dejamos de vivir en Catar-2022, con todo el dolor y la nostalgia que ello implica.

Colombia, como en gran parte del mundo, se respira fútbol, y ausentarse de la más relevante cita de este deporte es una tristeza inmensa que genera un guayabo de cuatro años. El balompié es uno de los principales entretenimientos de la nación y cuando juega el combinado patrio el país prácticamente se paraliza en muchos frentes. Por eso fallar a una edición mundialista es un innegable golpe anímico para todo este terruño.

Afortunadamente esta vez las posibilidades de ver otro torneo ecuménico por televisión son mínimas, pero todavía existen y hay que despejarlas del todo con una victoria sobre Bolivia que selle el tiquete al Mundial de 2026, que se disputará en Estados Unidos, Canadá y México.

La fiesta futbolera comenzará a las 6:30 p. m., en el estadio Metropolitano, que va a tener la mayor parte de sus tribunas copadas, excepto las inferiores de norte y sur, que conforman el 25 % del aforo que fue restringido por la FIFA como castigo por el mal comportamiento de los hinchas en el duelo que se empató 2-2 ante Paraguay.

Aunque no vaya a estar repleto el templo del balompié nacional, el respaldo y el aliento deben ser permanentes, incansables, intensos y, sobre todo, firmes ante cualquier adversidad. Vencer a Bolivia, que tiene que sentir la presión del ‘Coloso de la Ciudadela’, es misión de Luis Díaz y su combo, pero el entusiasmo de la afición siempre ayuda y empuja.

Juntos somos más, la unión hace la fuerza, unidos venceremos (como reza el titular de la portada de esta edición de EL HERALDO) son frases repetidas, pero reales y muy aplicables al deporte de conjunto. La perfecta comunión al interior del equipo y de este con la hinchada facilita el camino hacia los objetivos.

‘El jugador número 12’ no entra a la cancha, no anota ni saca goles, pero inspira y motiva, transmite energía. Eso no debe faltar nunca cuando la selección es local y menos en un partido como el de este jueves que podría asegurar la participación mundialista. Siempre ha sido así en Curramba, que ya suma cinco clasificaciones siendo sede de la escuadra tricolor (Italia-1990, Estados Unidos-1994, Francia-1998, Brasil-2014 y Rusia-2018). Hoy, que se podría completar la sexta, no tiene que ser diferente.

No es momento para recordar que Colombia suma seis partidos consecutivos sin ganar en la Eliminatoria, que Néstor Lorenzo no llamó a Perencejo y que sí convocó a Fulanito, hoy, por lo menos durante los 90 minutos y algo más que dure el juego, hay que empujar a la Amarilla hacia la conquista de ‘la visa’ para acceder a territorio norteamericano.

No importa quién juegue, de dónde sea ni cómo se llame. Los once jugadores que Lorenzo escoja para conformar la alineación deben contar con el total y decidido respaldo de la afición que acuda al Roberto Meléndez, que seguramente procede de diversas partes del país.

Tampoco es momento de sacar a flote egos en el interior de la selección Colombia, de querer lucir más que el otro, cada uno es importante desde su posición y cada uno aporta lo que le corresponde. La humildad bien entendida hace más grande a los seres humanos. Más que nunca, los pupilos de Lorenzo deben volver a ser un equipo.

Que nadie se quede afuera, si solo tiene un pie arriba, eleve el otro, todos se tienen que subir en el bus de la victoria que llevará a la selección Colombia al próximo Mundial. Vamos, móntense; no se bajen. Próximo destino, Norteamérica.