En la madrugada del domingo, mientras Barranquilla dormía, los habitantes del conjunto residencial Flores del Recreo evacuaban sus apartamentos para resguardar sus vidas. Un incendio, que se propagó con gran velocidad –se presume- desde la subestación eléctrica, en el parqueadero hasta las torres A y B, las más afectadas de las cuatro que conforman el complejo habitacional, dejó el triste balance de tres personas fallecidas y 62 afectadas, de las cuales 23 aún están hospitalizadas y 11 permanecen en unidades de cuidados intensivos.

Estamos frente a una tragedia de considerables dimensiones que pudo ser mucho peor. Afortunadamente, en un primer momento, la tan valerosa como rápida reacción de vecinos, héroes improvisados que rescataron a las personas atrapadas, piso por piso, torre por torre, previo al arribo del Cuerpo Oficial de Bomberos, resultó determinante. Como algunos le contaron a EL HERALDO, fue tal el caos, desesperación e histeria, comprensibles estados en medio de la emergencia, que el desalojo de los edifcios, además sin servicio de ascensores, se convirtió no solo en una lucha contrarreloj, sino en una misión innata de supervivencia.

En cuestión de minutos, 45 bomberos en 12 máquinas controlaron las llamas, terminaron de evacuar los 175 apartamentos y los afectados, con quemaduras leves a moderadas en la piel y problemas respiratorios derivados de la exposición e inhalación de humo, fueron trasladados a clínicas. Sin embargo, esta es una pesadilla que aún se encuentra lejos de terminar para hogares que permanecen en shock, después de afrontar tan penosa prueba.

El rastro de muerte y desolación que dejó el incendio les ha impedido, por un lado, a los residentes de las torres A y B retornar a sus viviendas debido a posibles daños estructurales de las edificaciones o a la presencia de gases tóxicos. Por el otro, los dueños de los vehículos siniestrados, al menos 15 dañados y 4 completamente incinerados, al igual que del resto de carros en el parqueadero, no pueden acceder a ellos hasta que terminen las investigaciones.

De hecho, conocer el resultado final de las pesquisas es el clamor general de las víctimas. Principalmente, de los familiares de los fallecidos. Freddy Mandón, hermano de Wilson, uno de los residentes muertos, le pidió a las autoridades profundizar en las causas u origen de la conflagración. Es lo mínimo. Las versiones no oficiales o especulaciones que ya circulan sobre lo sucedido solo ahondan el dolor de quienes perdieron a sus seres más queridos, de hogares con algunos de sus miembros lesionados y de aquellos con afectaciones materiales.

Resulta pertinente que se le informe a la opinión pública el resultado de las investigaciones, con la debida transparencia y celeridad, en aras de esclarecer un hecho tan lamentable que tardará tiempo en sanar. Para completar un panorama ciertamente inquietante, cabe recordar que el pasado 10 de julio, dos adultos mayores, de 92 y 66 años, fallecieron en otro incendio en el Asilo Hogar Granja San José, sobre la calle 30, también en Barranquilla.

¿Qué ocurrió? En esa ocasión, un lánguido reporte habló de un supuesto cortocircuito como la causa de la conflagración, pero no se supo más. Es entendible que por distintas razones, como exigencias de aseguradoras e involucrados, se guarden reservas en algunos casos, pero tragedias como estas deben servir para que se refuercen los protocolos de prevención de incendios. Desde adoptar medidas de seguridad en hogares, sitios de trabajo, espacios públicos y entornos naturales, hasta capacitar a personas en manejo de extintores y planes de evacuación, pasando por el incremento de las campañas de educación y sensibilización.

Evitar que estas situaciones se repitan es el mejor tributo que se les puede rendir a quienes han perdido la vida. A diario, la realidad demuestra que los siniestros son prevenibles o su riesgo es reducido si se incorporan las acciones adecuadas. Las tragedias del Hogar Granja San José y la de Flores del Recreo son campanazos de alerta para que todos asumamos con responsabilidad absoluta la seguridad contra incendios. Si algo no se está haciendo bien, pues debe corregirse y en ello las autoridades tienen mucho que aportar, comenzando por información apropiada. A las familias de los fallecidos, nuestro sentimiento de solidaridad.