La presentación oficial que hizo el lunes 12 el Departamento Nacional de Planeación (DNP) de las metodologías para analizar a partir de ahora la pobreza y la miseria en Colombia ha provocado algún revuelo nacional, y hasta un pequeño desencuentro en el alto gobierno por las reacciones en contra del vicepresidente Angelino Garzón.
Poco se han analizado aún los datos que arrojan las nuevas mediciones en reducción de la pobreza, la miseria y la desigualdad entre 2002 y 2010, donde se advierte un salto positivo que desafía la percepción generalizada de que Colombia no progresa en esos indicadores, y no se han analizado porque la discusión inicial se ha concentrado en el valor mensual que debe recibir una persona para ubicarse en línea de pobreza durante el año 2010: $187.079 mensuales.
Así, una familia de cuatro miembros que tenga ingresos superiores a $760 mil mensuales no califica como pobre.
Estas cifras indican que Colombia le apuesta a un ingreso superior al universalmente aceptado para establecer quién es pobre, pues, por convención internacional, se considera pobre aquella persona con ingresos inferiores a dos dólares diarios (unos $106.800 mensuales), y en miseria quienes tienen ingresos inferiores a $53.400 mensuales.
Hay perplejidad porque se piensa que el Gobierno está proponiendo lo que parece imposible: que con $187 mil se puede hacer el mercado familiar. En realidad, se trata solo de un instrumento para medir cuántos pobres existen y cómo evoluciona la incidencia de pobreza, miseria y desigualdad. La política salarial es otra cosa. El Estado juega con que la política salarial contribuya a erradicar la pobreza y miseria, y también generar equidad.
El DNP creó las metodologías nuevas en concurso con el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas y con el apoyo del Banco Mundial y la Comisión Económica y Social para la América Latina de las Naciones Unidas (Cepal).
A la tradicional medición de la incidencia de la pobreza y la miseria por ingresos, que ahora incorpora, según DNP, los últimos adelantos para estimar cifras de pobreza monetaria le están sumando el Índice de la Pobreza Multidimensional (IPM), que incluye factores como la educación, salud, empleo, condiciones de vida de niñez y juventud, y vivienda.
Según el DNP, el objetivo es medir mejor el impacto del Plan de Desarrollo del Gobierno que, a su vez, tiene como su principal objetivo el progreso social, medido este, especialmente, con más empleo y menos pobreza y miseria cada día.
Aplicadas las nuevas metodologías, Colombia redujo la pobreza entre 2002 y 2010 del 49.4% de la población a 37.2%; la pobreza extrema, del 17.6 a 12.3%, y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, del 0.573 a 0.560. Significa ello que avanza el país positivamente en reducción de pobreza y miseria, pero no hay progreso significativo en desigualdad. El Índice de Pobreza Multidimensional, entre tanto, refleja que Colombia ha ganado 29 puntos en reducción de pobreza entre 1997 y 2010 al pasar de 60% a 31%.
El debate está planteado en todos los niveles. En lo político y técnico es obvio que cada cambio de metodología provoca reparos porque no es con simple maquillajes de indicadores como se quiere que se resuelvan los problemas sociales. Para el ciudadano común y corriente se asimila como burla. Y los gobernantes deben aceptar esas realidades y demostrar con hechos que están bien encaminados.
El desafío del presidente Santos y su equipo, entonces, es demostrar con buenas acciones que las metodologías y las líneas de base de indicadores que de ellas se desprenden son herramientas para tener más certezas frente a las políticas sociales, no engaños. Tienen ahora el deber de explicar lo mejor posible de qué se tratan los cambios, y persuadir tanto a los técnicos como a la gente del común.
Partimos de unas cifras que habrá que revisar de nuevo cada año para ver cómo vamos. Tales cifras son de que Colombia tiene 16.4 millones de pobres y 5.4 millones en pobreza extrema. Que en un solo año, entre 2009 y 2010, se redujo el número de pobres en 1.1 millones y de pobres extremos en 870 mil. Eso por ingresos. Pero, medidos por IPM, en 2010 teníamos 13.9 millones de pobres, y entre 2008 y 2010 el número de pobres se redujo en 1.5 millones.
El debate sobre las metodologías es interesante y debe continuar, pero lo más importante es que haya correspondencia entre lo que se predica como objetivo social en el Plan de Desarrollo y el discurso estatal con las realidades de la vida de todos los colombianos, especialmente de quienes van a ser medidos con las viejas y las nuevas metodologías: los pobres simples y los pobres extremos. Igualmente, es importante para el Caribe por sus realidades de desigualdad, a fin de determinar cómo es que estamos ahora y cuáles son nuestros propios desafíos.