
Trabajo se concentra en sectores de gran informalidad
La industria solo genera el 10,5% del empleo en la Región Caribe.
En términos de actividades económicas, en la región Caribe el mayor número de empleados se encuentra en el sector de Comercio, hoteles y restaurantes, con 28% de los ocupados. Le sigue en importancia el sector de Servicios (26%) y Agricultura, ganadería, pesca y caza (18%). Esto quiere decir que en estos tres sectores se genera el 71,4% del empleo regional.
La industria manufacturera se mantuvo, durante el periodo de 2008 a 2013, con alrededor del 10,5% de los empleados de la región; que a nivel departamental se concentra en Atlántico, que genera el 34% del empleo industrial.
La concentración sectorial del empleo que se ha venido generando en la región se convierte en una tendencia preocupante cuando se verifican una vez más los datos de informalidad y subempleo, de forma que el empleo que predomina en la región es de baja calidad. El sector que agrupa la mayor proporción de ocupados, Comercio, hoteles y restaurantes, presenta una tasa de informalidad cercana al 82% en 2013; nivel de informalidad que solo es superado por otro de los sectores de mayor generación, Agricultura, ganadería, pesca y caza, con una tasa del 90%.
Estas condiciones no son sorprendentes, dado que la calidad del empleo se encuentra ligada al nivel de desarrollo tecnológico de las actividades productivas que generan empleo. Gracias a esto es común presentar como recomendación a este problema la generación de empleo industrial.
Desafortunadamente, las condiciones del empleo en este sector, para la región Caribe, también son precarias. En la industria manufacturera se presenta una tasa de informalidad del 68,74%. Como una medida para afrontar esta situación, William Baca, profesor del departamento de Economía de Uninorte, sugiere que el Estado tome las medidas necesarias para impulsar los avances tecnológicos e implementar innovaciones a nivel organizacional en las empresas que remedien el alto grado de informalidad, pues hasta ahora esta es reflejo de la exclusión de la fuerza de trabajo del proceso productivo.
“Una política industrial que entienda esto y promueva la democracia económica nos conduciría hacia una fuerza de trabajo más vinculada al proceso de producción con voz y voto, y generadora de acumulación de capital”, anota Baca.