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Ekaterimburgo, Rusia. Cuando el anunciador llamó a la báscula al campeón intercontinental de boxeo en peso supergallo, el costeño monarca de la categoría en la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y principal contendiente para el flamante cinturón de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), el público ruso llenó el centro comercial con un gran: 'Ohhh'. No conocían a Hugo Berrío, pero todos querían saber quién es.

Empezaron a sonar los flashes de cámaras. Smartphones de chicas y chicos cara de leche se centraron irrefrenablemente en el único boxeador que podría alzar hoy dos cinturones en la capital de los montes Urales en Rusia, y erigirse como desafiante mundial supremo en su peso. Es un tipo con cara de madera, con pómulos de roble. Detrás de él brilla una estrella, dibujada con detalles en la parte trasera de su cabeza rapada. 55 kilos, señaló la pantalla de cristal líquido. Todos aplaudieron, y en medio del estropicio recibieron a su contendiente, el excampeón mundial Evgeny Gradovich, un ídolo local también conocido como ‘el mexicano ruso’ y ‘el minidestructor’, que está luchando por reconstruir su carrera con los guantes.

En la plaza de un centro comercial ubicado al frente de una oxidada estatua del líder comunista Vladimir Lenin, la estatura promedio del público de Ekaterimburgo es de 1,90 metros. Eso incluye ancianos de bastón, adultos y adolescentes de ambos sexos. Gradovich, en cambio, se ve de la misma talla de Berrío. No sobrepasan los 1,75 metros. 30 años contra 30 años. 23 triunfos, seis derrotas, un empate y 14 nocauts del plateño. 22 triunfos, una derrota, un empate y nueve nocauts para el soviético. Más de 11.000 kilómetros entre sus lugares de nacimiento, pero hoy sus miradas se estrellan a milímetros de distancia.