El Heraldo
Maritza Rodríguez confecciona, vive con su esposo Jaime de la Cruz, los adolescentes y los niños la admiran y la buscan para entrenar fútbol. Orlando Amador
Deportes

“Quien no conoce a Maritza, no conoce El Pueblo”

Esta mujer vive en Barranquilla desde 1949 y se convirtió en entrenadora de fútbol en 1979 en este barrio del occidente de Barranquilla. 

Maritza Rodríguez Araújo (Cartagena 1944) muestra el apostolado de enseñar a infantes los primeros pasos en el fútbol, en la cancha del barrio El Pueblo, y sin perder la dulzura de la sonrisa, admite: “Dejé a mi esposo en casa sin ayudarle a su diálisis para estar en este entrenamiento, y dejé puesta las zaragozas”.

Relacionado: Parte de tranquilidad sobre Linda Caicedo: “Solo fue un susto, ya está bien”

El sol de justicia cae en el occidente de Barranquilla, nueve niños y una niña empiezan a hacer hilera en la sombra de un árbol de totumo, estiran piernas, corren en zigzag, y golpean uno de los tres balones que salió de una mochila descosida; a darle con la cabeza y bajarla con el pecho. Maritza, con el pito en la boca, pone el ejemplo de cómo hacer cada gesto técnico. 

—Tienen que aprender a patear con las dos, dice ella.  

—Maritza, pero aquí no somos zurdos, responde John Jairo, uno de sus aprendices. 

Hagan lo que más les gusta.

Más de cuatro décadas enseñando y promoviendo su escuela en El Pueblo la han hecho perder la cuenta de cuántos han pasado por sus manos. Algunos han llegado a Primera C y recuerda a José García, a cinco que llegaron a las divisiones menores del Sporting y Real Cartagena en 1991. Otros se han ido para diferentes clubes sin pagar derechos de formación.

“He perdido la memoria de tantos niños, niñas y jóvenes que han pasado por mis manos. A veces me los encuentro hoy como adultos y me dicen: Maritza, ¿no se acuerda de mí? Los miro y trato de recordar, pero no me alcanza. Y son ellos los que me cuentan los equipos, dónde jugábamos, los goles, las jugadas”.

Orlando Amador

Jacob Herrera y Jhony Serrano pasaron por sus clases a finales de 1980 y a comienzo de los 1990. Hoy son adultos con hijos y, para el caso de Jacob, ha confiado a uno de sus hijos para aprender fútbol. Su huella en estos dos adultos está en valores como la perseverancia. “Yo no era bueno para el fútbol y ella me insistió. Lo hice y hoy soy electricista y conductor. Me convencí que podía hacerlo recordando lo que ella me enseñó”, dice Herrera.  

“Su amabilidad, disciplina y humildad me marcaron”, agrega Serrano.

“Las drogas siguen siendo una amenaza en el barrio. Hay uno o dos casos de niños que jugaron con Deportivo Maritza y son del barrio, siendo adultos murieron o están en adicciones. No sé qué habría pasado si no llego a donde Maritza”.

Precisa Maritza Rodríguez que suma 44 años viviendo en El Pueblo. Allí se escucha decir, y ella repite: “Quien no conoce a Maritza, no conoce El Pueblo”.

Cerca de la parroquia del barrio, en la calle 118 con 106, seis jóvenes uniformados del colegio IED de El Pueblo reconocen a la entrenadora. “Mira este es el que está enamorada de tu nieta”, le señala, mientras los otros se lanzan a abrazarla y darle besos.

 

Orlando Amador

Esta madre de seis hijos, con 17 nietos y 8 bisnietos se siente vigorosa, con salud y fuerza.  Sigue participando en danzas, disfraces y comparsas del Carnaval de Barranquila “Me siento espectacular”. Solo una gripa que se manifiesta con una tos, le ha bajado a la velocidad de sus rutinas, que comienzan con sentarse en su máquina de coser, atender a Jaime De La Cruz, su esposo y quien solo la enfermedad lo sacó de estar a su lado dirigiendo a sol y sombra los equipos. 

Ingrid Cristina, su segunda hija vive en Estados Unidos hace 30 años, y no deja de decirle que se retire. Su madre no tiene garantizada una pensión, vive de sus negocios informales de la confección y ventas de productos de miscelánea, y se ha negado ir más seguido a Miami. “Ya lo hice una vez y por tres meses, los niños de El Pueblo dejaron de entrenar. Volvieron a la puerta de la casa cuando se enteraron que regresé. No quiero que eso vuelva a pasar”.

Orlando Amador

Son más de 50 niños entre los 6 y 12 años reunidos en jornadas vespertinas después de recibir clases en sus colegios de primaria. “Ahora estoy tratando de pedirles a los padres que paguen 50 mil pesos por los entrenamientos. Si lo hacen  les doy el uniforme para entrenar y jugar. Antes no lo hacía”.

Su club y escuela se llamó Policarpa hasta que Carlos Pérez Parra, presidente de la Liga en los años 90, le ayudó a organizarlo y a cumplir la ley. Fue el primero en la Liga con nombre de mujer. No niega que al estar en medio de una gran mayoría de entrenadores hombres en cursos y seminarios locales, se ha sentido incomoda escuchando: “¿Ella qué hace aquí?”. “Estoy mejor preparada que un yogurt por haber estado en cursos con Efraín ‘Caimán’ Sánchez, Maturana, ‘Bolillo’ Gómez , y otros entrenadores de Chile y Perú”, apunta.

Su deseo es que la cancha de fútbol de El Pueblo tenga una inversión del Estado con un encerramiento. “Y que sea bautizada como Maritza Rodríguez”.

Orlando Amador
Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.