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Alberto Gamero y Álvaro Montero son los dos pilares costeños en el título del Deportes Tolima. El entrenador samario, desde el banco, guiando a un equipo de ‘obreros’ hacia la anhelada estrella, y el arquero guajiro, cerrando su pórtico en los momentos más determinantes del semestre, como la semifinal ante el Deportivo Independiente Medellín y la final frente a Atlético Nacional.

Lo de Gamero es de resaltar. El samario jugó su tercera final como técnico profesional y ganó su segundo título. El primero con el Chicó FC y el segundo con el Deportes Tolima, dos equipos con nóminas aparentemente reducidas, pero a las que el entrenador oriundo de Santa Marta supo sacarles el mayor provecho posible.

Después de su paso en falso por el Junior, Gamero se reinventó y condujo al Tolima primero al subtítulo (en 2016) y luego al título, obtenido el pasado sábado ante Nacional, en el Atanasio Girardot, de Medellín. 

Gamero armó un equipo en el que combinó experiencia y juventud. Realizó una magnífica campaña en el ‘Todos contra todos’, clasificando tercero con 33 puntos, convirtió al equipo pijao en el mejor visitante del torneo, sumando 17 unidades en 12 salidas, para un porcentaje del 47,2, y finalmente convenció a la nómina de que podían ‘tutear’ a los dos clubes más regulares del semestre, el DIM y el Nacional, en las series de ‘mata a mata’. ¡Toda una hazaña!

'Esto es grande, es un título de cuatro estrellas. Es un título contra un grande. Esta es la victoria de un grupo de muchachos que cumplió con el libreto al pie de la letra', dijo Gamero emocionado al final del encuentro. Y cuánta razón tiene el samario, porque el reto no era fácil. Muchos habían caído en el intento y el Tolima lo logró, superando a un rival que en su casa se había dado el lujo de no permitir goles en 1.071 minutos.

'Nunca dejamos de creer, nunca bajamos los brazos. Sabíamos que remontar el 0-1 de la ida en Ibagué era una misión complicada, pero no imposible. Este es un triunfo realmente grande, con un estadio repleto y maravilloso. Si la Dimayor pudiera, debería darnos cuatro estrellas, no una. Hicimos historia frente a un gran rival', reiteró.

El otro héroe caribeño fue Álvaro Montero. El arquero guajiro (oriundo de El Molino) se convirtió en el hombre de las finales, en el gran salvador del Tolima.

Luego de un paso por el fútbol brasileño (Sao Caetano) y el argentino (San Lorenzo), Montero regresó al país para darse la oportunidad en el torneo local. Pasó primero por el Cúcuta para luego recalar en el Tolima, donde tenía la difícil tarea de desbancar al experimentado arquero paraguayo Joel Silva.

Lo consiguió en la fecha 10 del actual torneo y a partir de ahí no soltó el arco nunca más, afianzándose como figura con sus grandes atajadas en momentos decisivos. Permitió diez goles en 16 partidos, acumulando 1.440 minutos en la Liga Águila I-2018. Se agrandó a las finales y fue determinante para que el Tolima pudiera pelear de tú a tú con los llamados ‘favoritos’ al título.

'Hicimos una gran campaña y la cerramos con broche dorado. En todo el semestre jugamos muy bien como visitantes, casi no perdimos, así que teníamos razones para pensar que podíamos ganar', expresó.

Además de Gamero y Montero, el Tolima contó en su nómina con la participación de cinco costeños más, unos más protagonistas que otros. La lista la conforman Omar Albornoz (cartagenero), Rafael Carrascal (sucreño), Luis Payares (barranquillero), Carlos Robles (vallenato) y Ángelo Rodríguez (sanandresano). Definitivamente el aporte del Caribe en el título del Tolima fue grande.