Los 80 y 90 fueron décadas complejas y corruptas en el fútbol colombiano. El dinero del narcotráfico se lavaba en algunos clubes del balompié nacional y sus mafiosos dueños sobornaban rivales y árbitros para ver estrellas en sus escudos.
Existen varios testimonios y libros que corroboran esa situación que manchó la historia la pelota en nuestro país. Hasta un árbitro, el bolivarense Álvaro Ortega (que representaba al Atlántico), fue asesinado en aquellos tiempos (1989).