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Como cuando te acostumbras a darte con un martillo en el dedo gordo de la mano y ya comienzas a disfrutar el dolor, así van en un espiral descendente los hinchas de Real Cartagena que ayer asistieron a la séptima derrota en el actual campeonato, esta vez a manos del Deportivo Pereira por pizarra de dos goles contra uno, y ya es poca la vergüenza que se siente desde los que dirigen el equipo hacia afuera como para pretender querer cambiar lo penoso de esta versión del equipo heroico.

Pareciera que el fútbol colombiano estuviera a las puertas de una necesidad apremiante de tener que reabrir las puertas de la Categoría C, con posibilidad de descenso a los ‘socios AA’ como Real Cartagena, para que de una vez por todas se cumpla aquello de tocar fondo porque como van las cosas en este plantel lo que menos hay es asomo de las más mínima pena con lo que ocurre en la actualidad del conjunto cartagenero.

Para sorpresa de propios, Real Cartagena arrancó ganando el partido. Sí, se iba imponiendo a un elenco Matecaña que está en el tope de la tabla. Sin embargo, todo fue asunto de una breve ilusión deportiva. Los errores infantiles del fondo defensivo del club que conduce Marco Indaburo conspiraron con ese brote de pequeña rebeldía que significaba irle ganando a uno de los llamados al ascenso.

Jaime Silva (19’), por Real Cartagena, inauguró el marcador y luego los experimentados Jairo Palomino (38’) y Edwin Móvil (41’) le dieron vuelta al marcador y hasta allí llegó la resistencia cartagenera.

Esta situación parece no sonrojar a nadie. No hay renuncias, no hay mea culpa, no hay quien exprese una disculpa ante la afición. No hay nada.

El club auriverde cumple la peor campaña de su historia, ni siquiera comparable con la temporada en la que debió trasladarse a Sincelejo por la remodelación del Jaime Morón para los Centroamericanos jugando en la Primera División en el año 2006.