Tiene mucho que contar Eduardo Solari sobre Baranquilla y el Junior. Vivió tres ciclos exitosos con los rojiblancos, fue campeón como jugador en 1977, subcampeón como preparador físico en 1983 (cuando su hermano Jorge 'El Indio' Solari era el técnico) y líder del torneo del primer semestre de 1986 en calidad de entrenador. Además, dos de sus cinco hijos nacieron en 'La Arenosa'.

Ya con 64 años de edad a cuestas, este padre de tres futbolistas (entre ellos el exvolante del Real Madrid Santiago 'El Indiecito' Solari), se encuentra dedicado a los suyos en en su natal Rosario (Argentina). Desde allí, con gran amabilidad y emoción, recibió la llamada de EL HERALDO.

¿Qué hay de la vida de Eduardo Solari?

Vivo en Rosario con mi esposa Alicia. Estamos muy bien, disfrutando de la familia, de los hijos. Dos de ellos están acá, Liz María, que nació en Barranquilla, y Martín. Santiago, que es el mayor, está en Madrid, después viene David, que juega en Israel, y Esteban, que anda en Creta, Grecia, ha sido el goleador de la Liga tres veces. Ya vienen los nietos, que llenan la vida nuestra. Nos hemos dedicado desde hace un tiempo largo a la producción agrícola, que es muy intensa en esta zona de Santa Fe (provincia donde se ubica Rosario). Vivimos muy felices con la familia, muy tranquilos, disfrutando de los amigos.

¿Usted tiene dos hijos barranquilleros?

Así es, Liz María y David Eduardo, que está jugando fútbol profesional en Israel desde hace tres años. Nacieron en Barrranquilla en la época que fui al Junior por segunda y tercera vez, Liz en el 83 y David en el 86. Yo tengo cinco hijos.

¿Liz María es la modelo?

Dejó de ser modelo, ahora es actriz, acaba de firmar contrato en Italia. Está presentando su película en Los Ángeles. Se ocupa de tareas que la llenan más interiormente que el modelaje.

Santiago 'El Indiecito' Solari se retiró joven...

Se retiró a los 32 años. Luego comenzó sus estudios de técnico y actualmente dirige un grupo de juveniles del Real Madrid.

¿Seguirá las huellas de usted y su tío Jorge 'El Indio' Solari?

Esperemos, está muy entusiasmado. También hace muchos trabajos periodísticos para Inglaterra, Estados Unidos y España. Escribe para varios periódicos. Eso le agrada mucho, pero le ha agarrado gusto a la docencia en el fútbol.

¿Usted ya no tiene nada que ver con el fútbol?

Yo me voy a morir bebiendo fútbol porque es lo que amo, sé y llevo en la sangre. Estoy alejado de la parte docente, tomé la decisión por salud hace ya muchos años. Fue una medida dolorosa, pero natural. Cuando uno siente que la profesión le empieza a hacer daño en la parte sicológica y familiar, lo mejor que puede hacer es no estar pendiente todo el día de ella.

¿Específicamente qué lo motivó a tomar esa decisión?

Simplemente el fútbol empezó a cambiar, se volvió más violento. Hoy en día el fútbol argentino está abrazado por unas barras de violentos que van a las canchas a sacar partido y no a disfrutar de un evento. Los entrenadores somos una hojita que estamos al viento de esos avatares y de la manera de accionar de los directivos que se dejan influenciar por estos grupos que se han hecho dueños de los clubes.

¿No pensó seguir por fuera de su país?

Sí, me hubiera gustado, el tema es que te convoquen. Con los entrenadores pasa siempre lo mismo: si dejas de dirigir dos años, nadie se acuerda de ti.

¿Qué recuerdos tiene de sus tres ciclos en Barranquilla?

Los mejores, sobre todo de la afición. Encontré una casa alegre, simpática, con gente que es muy especial, un gran equipo con un presidente ejemplar como Fuad Char. Fueron momentos esplendorosos, con gente maravillosa y talentos enormes como 'La Bruja' Verón y todos los locales que fueron campeones en 1977. Después me tocó como preparador físico, en el 83, y entrenador, en el 86. Junior me dio grandes satisfacciones como profesional. Me sentía parte de un lugar en el que no nací y eso es especial.

¿Cuál era su estilo como jugador?

Yo era un volante de brega, fuerte, que ayudaba en ataque y defensa, esa era mi especialidad. Tenía despliegue y contribuía a resolver situaciones de partido, eso fue lo que apliqué, sin un gran talento técnico a lo mejor, pero con mucha disciplina. Junior es una de mis casas, su afición la siento mía, tengo una gran simpatía por ese equipo.

¿Se ha visto recientemente con los compañeros del Junior de 1977?

Hace una semana vi a Juan Carlos Delménico y a su esposa en un restaurante. Parecen embalsamados los dos. Parece que tuvieran 22.

En 1983, cuando usted era el preparador físico del Junior y su hermano Jorge 'Indio' Solari era el DT, el equipo fue subcampeón y marcó 100 goles en un año. ¿Qué faltó para el título?

Había una gran competencia con los equipos de Cali, Medellín y Bogotá, que también contaban con grandes nóminas. Junior tenía una máquina de hacer goles, todos anotaban, desde William Knight hasta 'Patón' Bauza. Había una gran sincronización. Fue uno de los equipos más brillantes en esa década del 80.

¿Recuerda el gol que desperdicia Eladio Vásquez que pudo significar el triunfo ante Nacional y el título del 83?

Sí, Eladio estaba en la posición que debía estar, pero la pelota le rebota de una manera que era el único lugar donde podía pasar y él no empujarla. Lamentable aquella jugada. Vásquez era un delantero formidable que estaba en el lugar adecuado, pero la pelota corrió por donde no quería que corriera (risas).

¿Faltó la suerte del campeón?

La verdad es que fue por milímetros. Son circunstancias fortuitas del fútbol. Lo que no fue fortuito fue la forma de jugar con la que el equipo agradaba a la afición.

Ya en 1986, como DT de Junior en propiedad, usted queda de líder en el primer torneo, pero en el segundo semestre renuncia en medio de la competencia. ¿Por qué lo hizo?

El tiempo de los entrenadores siempre está ligado a los resultados y al equilibrio que haya dentro de la institución. El periodismo local había roto un poco a partir de uno de los líderes que tenía en esa época (Édgar Perea). Se había inmiscuido en la política del club y provocaba constantemente una división y problema. No quise participar de esa situación y me alejé. Habíamos armado un equipo con jugadores de gran jerarquía como Julio César Uribe. Era extraordinario.

¿Se refiere a Édgar Perea cuando dice líder del periodismo local?

Sí, era un fenómeno que le gustaba influir en la afición y la directiva desde su micrófono. Nosotros ya teníamos centrodelantero, no necesitábamos uno con micrófono.

¿Cómo tomó Fuad Char su renuncia?

Mi relación con Fuad Char siempre fue profunda. Teníamos un mediador excepcional, 'Papi' Peña, que conocía perfectamente la idiosincrasia del periodismo, la afición y los jugadores. Fue un ayudante noble. Hacía el mejor clima.

Los periodistas que vieron de cerca al Junior de 1986 dicen que no existía una buena relación entre las dos estrellas del equipo, el argentino José Daniel Ponce y el peruano Julio César...

Ponce era un jugador bastante conflictivo, lo demostró en su vida profesional. Yo lo llevé a Estudiantes de la Plata y terminé expulsándolo del plantel a pesar de que se hizo una buena campaña con él como uno de los goleadores. Era un profesional difícil en relación con sus compañeros y la directiva. En Junior, Julio César Uribe era un profesional encomiable y había ahí un problema de liderazgo en cuanto a la presencia y exposición mediática. Creo que esa fue una cosa determinante. Indudablemente había un roce porque las capacidades eran muy distintas. Ellos eran muy distintos como seres humanos.

Había una lucha de egos...

Sí, sintetizando, había una lucha de egos, pero sobre dos bases humanas distintas.

¿La relación de usted con Uribe fue buena?

Sí. Y con Ponce también. Por eso lo llevé al año siguiente (1987) a Estudiantes de la Plata. Yo recuerdo mucho lo que decía mi querido periodista Fabio Poveda Márquez: es muy difícil tener a dos pianistas en la misma orquesta. Era una gran realidad. Lo hicimos bien en el primer semestre con Uribe, Carlos Araújo y otro muchacho que no recuerdo ahora. A lo mejor esta falla en la relación de algunos de los jugadores no permitieron continuar ese proceso exitoso inicialmente.

Ponce llega en el segundo semestre...

Sí, lo de Ponce enredó un poco las cosas. Siempre valoramos su capacidad, pero un equipo siempre significa más que una individualidad.

El que tiene más fama de problemático es Uribe...

Uribe tenía una gran personalidad y Ponce también. Eran dos jugadores que se sentían respaldados por su trayectoria, no era fácil acomodarlos en el mismo equipo. A lo mejor a mi me faltó la capacidad de llegar a un equilibrio. Los valoro a los dos como jugadores y seres humanos, pero no era fácil acomodar en el Junior tanto prestigio y trayectoria de dos extranjeros.

Igual los dos eran titulares...

Los dos eran titulares inamovibles. Ponce tenía una movilidad y un lanzamiento extraordinario. Uribe, una agresividad y una gambeta excepcional.

Usted fue el técnico que vivió la transición del Romelio Martínez al estadio Metropolitano. Dirigió los partidos de Junior contra Argentina, Uruguay y Dinamarca...

Fue una fiesta maravillosa. Abandonamos aquel querido Romelio que había sido el campo donde nos coronamos campeones en el 77. Pasamos de un estadio familiar a uno internacional. Ya ameritaba. Fue un gran honor participar de esos partidos, son recuerdos muy emocionantes.

¿Qué hay de la vida de su hermano Jorge 'El Indio' Solari?

Ha sido uno de los pilares de la Escuela Renato Cesarini, una de las más productivas del fútbol argentino. Sigue con eso, diligenciándola con su hijo y formando juveniles todavía. Jorge ya tiene 72 años.

¿A quiénes recuerda en Barranquilla?

Tengo gente que quiero mucho: don Fuad Char a la cabeza, Hernán Yunis, Ramón Jesurun, 'Papi' Peña y 'Yuyo' Daes, que es un hermano. Todos están dentro de mi corazón.