Guillermo Rueda Martínez, traía un plan en su mente y esperó mucho tiempo para poderlo ejecutar. Quería hacer algo diferente a tener que trabajar y trabajar. Vivir una aventura y tener una experiencia más que contarles a sus nietos. Tenía el temor de no poder hacerlo, por eso lo dejó todo para poder dedicarse a recorrer el continente en bicicleta.
'Empecé en julio de 2013, mi idea es llegar hasta Ushuaia, Argentina, recorrer unos 25 mil kilómetros. Después de esto tengo programado, para febrero de 2015, recorrer en bicicleta desde Alaska hasta Miami. Quiero atravesar América entera antes que ya no lo pueda hacer por mi edad, y anhelo hacerlo porque tengo la energía y los deseos, y estoy enfocado en eso', afirma el paisa de 59 años.
Todo comenzó en Fort Lauderdale (Florida). Fue a Carolina, pasó por Oklahoma, estuvo en Texas, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Costa Rica, atravesó toda Centroamérica. Desde Panamá tomó un vuelo y se bajó en Riohacha, donde se trepó nuevamente en su ‘caballito de acero’ hasta Barranquilla.
Se despierta a las seis de la mañana y sale dos o tres horas después. Lo primero que hace es mirar si el día está soleado o nublado. Trata de tomar un buen desayuno, ingiere un buen almuerzo y busca dónde se va a quedar.
Su aliada y compañera es una bicicleta de aluminio que no deja en ninguna parte. Ella siempre debe estar donde él está. Su herramienta es muy especial, en ella lleva una colchoneta, una carpa especial, almohadas, implementos de aseo, cámaras, inflador, neumáticos y documentos, entre esos su pasaporte. Tiene reflectivos en los morrales, atrás y adelante, en las manos, en los pies, en el casco... usa prendas que se puedan ver.
'En materia de seguridad todo lo tengo bien organizado. Llevo 10.640 kilómetros y no he tenido ningún tipo de problema, solo pinchazos. La policía me detiene para preguntarme a dónde voy y qué hago, pero de forma amigable. El ejército se solidariza conmigo, siempre me indican qué ruta debo seguir. No me preocupan las distancias, me preocupa la seguridad'.
Trata de correr entre 60 o 100 kilómetros diarios, algunas veces más, otras veces menos. Tiene una ruta determinada, siempre le gusta pasar por los pueblitos. Cuando arranca siempre lleva un punto de referencia, por ejemplo, cerca de un río, y si le gusta se queda ahí cerquita en la orilla. Si lleva comida acampa hasta el otro día. Indispensable que haya agua y comida.
Lleva exactamente lo que necesita, no puede llevar peso de más. En la noche no pedalea, lo considera peligroso, después de 4 o 5 de la tarde va mirando en dónde se puede quedar. Busca qué comer o preparar y trata de acostarse temprano para poder reponer energías. Lo despierta la luz de la luna, o el ruido de algún animal.
'Lo más importante para hacer esta travesía es abandonar el miedo. No sabes adónde vas a llegar, no sabes dónde vas a dormir, no sabes qué vas a encontrar en la carretera. Todos los días es una aventura, eso es lo bueno del paseo. Gracias a Dios no me ha hecho falta nada, la he pasado superbién, no me he aburrido nunca'.
De Medellín irá a Neiva, luego a Caquetá, Pasto, y seguirá por todo el Pacífico hasta Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, regresará a Buenos Aires y visitará Uruguay y Paraguay. En todas partes va a la segura, si llega a un restaurante siempre pide arroz, frijoles, huevo cocido, arepas, pan o atún.
Su aventura por ahora no termina, tampoco sabe a dónde se va a detener, le sorprende la naturaleza y sus variadas formas, donde llega siempre toma fotos y las publica en su Facebook, donde exhibe el paisaje de cada hermoso sitio.