La vida callejera de Barranquilla tiene muchos olores, pero hay un aroma que se destaca: el del tinto caliente que se vende en termos y sobre carritos que se deslizan por oficinas, esquinas, clínicas y EPS.
Lea Juliana se convierte en la primera solista bogotana en llenar el Movistar Arena
En ese universo se sumergió durante cuatro meses el artista plástico Darío Tarazona Arroyo, quien en este lapso se convirtió en un tintero más para vivir en carne propia la realidad de estos trabajadores informales.
De esa inmersión nació ‘Entre termos y cuentos’, una exposición que reúne 26 obras y que ha sido exhibida en el Museo del Atlántico. Se trata de un homenaje gráfico y narrativo a los hombres y mujeres que con termo en mano, sobreviven a diario bajo el incesante sol currambero.
Aquí ‘O agente secreto’, de Kleber Mendonça Filho, premio de la crítica internacional en Cannes
“No podía hablar del tintero si no lo vivía. No se trataba de entrevistarlos con una cámara, se trataba de escucharlos mientras compartíamos un café. Ahí, entre cuentos y risas, surgió el verdadero retrato”, asegura Tarazona, quien al final de cada una de sus jornadas además de ganarse unos pesos terminaba con muchas escenas que podía convertir en obras de arte.
Esta idea nació al inicio de su carrera, en el año 2022, cuando decidió desarrollar su tesis de grado inspirada en los vendedores de tinto, esos personajes que alegran la vida con cada sorbo de nuestro café colombiano.
Además “Me demostré que representando mis raíces el éxito era posible”: Karol G
“Para poder representar fielmente su mundo, me vestí como uno de ellos durante cuatro meses. Hice parte de su gremio, viví sus jornadas, visité cafeterías y memoricé cada gesto, cada historia. Al finalizar cada día, convertía esas vivencias en bocetos que hoy conforman mi exposición”, dice mientras se lleva las manos a los bolsillos de un delantal color palo de rosa que usó en sus jornadas y que decidió sumar a su exposición.
Historias entre sorbos
En su recorrido, Tarazona encontró mucho más que café caliente. Detrás de cada termo, había historias cargadas de nostalgia, lucha y resistencia. Algunos son procedentes de Candelaria, Atlántico, y otros migrantes venezolanos que alguna vez fueron médicos, ingenieros o profesores, afectados por la falta de oportunidades o también personas marcadas por antecedentes judiciales que les cerraron puertas a nivel laboral. “Con la ruptura del Canal del Dique (2010) muchas personas de Candelaria llegaron hasta Barranquilla y se dedicaron a vender tinto, de hecho en el centro de la ciudad hay una cafetería muy famosa llamada ‘La Candelaria’, pero desde 2019 se sumaron hombres y mujeres procedentes de Venezuela, todo esto por la crisis migratoria”, detalló el artista de 25 años.
También Stephanie Otero moldea su mundo con pasión
“Cada termo de tinto es un retrato de vida callejera. Un termo perfectamente podría ser el diario de la ciudad, porque mientras se bebe, el vendedor escucha hablar de política, de fútbol, de telenovelas, de economía, del precio del pan y obviamente de la vida misma”, agrega el egresado del programa de Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.
Pero también entre tinteros surgen muchos chistes y algunos mitos que se van propagando como el aroma que brota de cada vaso que se sirve. Es por eso que le pregunto a Darío si es cierto que un tinto bien caliente a pleno mediodía sirve para quitar el calor. Luego de quitarse la gorra y soltar una carcajada, dice: “Es tan cierto como cuando tu mamá regresando del colegio te preparaba un buen plato de sopa y luego de ponerte a sudar, se te quita todo, porque el café te ayuda a controlar la temperatura corporal”, dijo el residente en el barrio Los Nogales.
Más Las parejas con mascotas suelen ser más felices, según la ciencia
En cada esquina hay una historia por contar, es por eso que su exposición retrata los rostros, objetos y silencios de quienes viven del rebusque. “Cada obra es un cuento servido en termo, son fragmentos de vida que el arte recoge para no olvidar a estos personajes”.
Bitácora de tinta y tinto
Desde el inicio de la experiencia, Tarazona decidió no grabar ni fotografiar a ningún vendedor ambulante, por el contario optó por dibujar y escribir.
Lea Carlos Vargas confesó cómo es su relación con Mary Méndez, de ‘La Red’: “Jamás paso la línea”
Cada día plasmaba escenas en una bitácora, retrataba a sus compañeros tinteros, tomaba apuntes de los diálogos, anotaba gestos, aromas, rutas, chismes, penas y alegrías. “Me gustó cómo se mezclaban ilustración y texto, como en las antiguas bitácoras de exploración científica. Ese estilo me permitió contar lo vivido sin invadir su intimidad”, explica.
En ese diario visual documentó también su rutina como tintero: el inicio del día a las 6:00 a. m., el saludo al señor Domingo en la cafetería ‘La Nueva ola de la 59’, y las rutas hacia oficinas del centro donde ya tenía clientes fijos.
Aquí Medio centenar de coronas tiene el Museo del Carnaval
En su carrito llevaba dos termos de tinto amargo, uno de café dulce, otro de café con leche, uno de aromática de canela y otro más de limoncillo. También tenía dos bolsas de pan, azúcar, mantequilla y el cuchillo para untar. “Había días buenos y días malos, como en todo. A veces el almuerzo era el mismo pan que no se vendió con un café tibio”, recuerda.
Darío en ocasiones debido a la soledad de las calles pregonaba su tinto, y también cuenta que algunas personas se sentían atraídas porque su carrito estaba lleno de grabados. Sus jornadas culminaban alrededor de las cuatro de la tarde y siempre le arrojaban varias imágenes que una vez llegaba a su casa las retrataba.
La muestra y sus técnicas
La técnica de Darío Tarazona se basa en la gráfica, especialmente en procesos como el linograbado y el collagraph (chiné collé), adaptados con materiales no convencionales. Ante la dificultad de encontrar insumos especializados en el país, el artista optó por reinventarse y crear sus propios recursos a partir de elementos cotidianos e industriales.
Utiliza brea como aislante para metales, sulfato de cobre en lugar de ácido nítrico, disolventes como thinner y varsol, así como tintas litográficas a base de aceite. Sus herramientas combinan rodillos clásicos, gubias para madera y rodillos artesanales fabricados con mangueras para cubrir las tuberías del aire acondicionado. Además, construyó su propia prensa para grabado en técnicas planas.
Lea Jorge Barón explicó por qué sus cuatro hijos tienen su nombre: “Vamos a hacer un Jorgito”
Entre las obras más representativas de su colección se destacan: ‘Tinto, un recorrido informal’, ‘El boliche’ y ‘La antigua Gobernación del Atlántico’, piezas que capturan, con sensibilidad y detalle, escenas del rebusque y la cotidianidad urbana.
La exposición está dividida en tres ambientes. El primero recoge el resultado gráfico del proceso: obras hechas con técnicas tradicionales y experimentales, muchas elaboradas con materiales reciclados.
Aquí “Ataca Sergio” lanza su primer álbum como artista principal
El segundo espacio es el taller del artista, donde el público puede ver los ensayos, errores, materiales y pruebas fallidas que hacen parte del proceso creativo. “No todo me salió a la primera, y me parece importante mostrarlo porque si no creas una idea de que errar es malo, y a nivel artístico los errores te permiten perfeccionar”, afirma el joven artista mientras servía una aromática de canela.
Y el tercero es la génesis de la muestra: una reconstrucción de su experiencia como tintero, con su uniforme, su bitácora original, termos reales y utensilios cotidianos como pan, mantequilla y cuchillo. “Los tinteros son personas que merecen ser vistas. A veces privilegiamos los cafés de cadena, pero olvidamos que el tinto de la calle también es cultura, también es resistencia”, reflexiona Tarazona.
Esta iniciativa hace parte del trabajo articulado entre la administración departamental y la Universidad del Atlántico a través del programa de Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes con el propósito de fortalecer el acceso a las expresiones culturales y visibilizar, a través del arte, realidades sociales.
‘Entre termos y cuentos’ se ha convertido en una oportunidad para mirar de cerca una realidad que solemos pasar por alto con la misma ligereza con la que quizás se toma un café en la calle.
También Falleció el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado a los 81 años