El Heraldo

Subversión de los papeles

Se llama Papeles de Panamá a 11 millones de documentos que revelan secretos de dineros sospechosos de evasión de impuestos o de lavado de dineros, sucios de droga o de corrupción.

Durante un año, 370 periodistas de más de cien medios y de 76 países estuvieron estudiando y confirmando la verdad encerrada en esas montañas de datos. Se suponía, con fundamento, que eran datos secretos. Los que se habían tomado el trabajo de hacer llegar hasta ese rincón del mundo sus documentos y dineros no buscaban un banco sino un escondedero.

Pero ese secreto inesperadamente desapareció cuando, todos a una, periodistas y medios, denunciaron ante el mundo el escandaloso hecho.

A esos periodistas no los podrán perseguir judicialmente como a Snowden y Assange; pero, como a ellos, los han puesto bajo sospecha de violadores de intimidades y secretos de seguridad nacional. A un colega le oí decir: si hoy divulgan los secretos de los paraísos fiscales, mañana publicarán tu cuenta bancaria y la mía. ¿Es eso ético?

Le mostré el titular con la reacción del presidente Santos, de aplauso por la publicación de las informaciones de Panamá. ¿Cuál maneja un criterio ético sano: el que critica o el que aplaude la publicación de estos secretos? Me pregunté.

Los secretos son el arma defensiva preferida por delincuentes y tiranos. A los tiranos el secreto les da poder y al delincuente, protección, hasta el punto de que compran silencios o asesinan para obtenerlos; por eso son sospechosos de debilidad o de complicidad los que duermen sobre obstinados secretos. La misma Iglesia, al mantener en secreto a los sacerdotes pederastas se sintió a la vez débil y cómplice. El sentido común indica, a su vez, que el secreto obedece a la necesidad de ocultar algo y que quien es honesto no necesita de secretos. Pero del derecho a la intimidad, ¿qué?

Sea por cuestiones de seguridad, o por discreción, o como táctica de negocios, todos tenemos el derecho de mantener fuera de la vista de todos nuestras cuentas. Me parece oírselo decir a más de un lector. En él pienso al escribir también que no se puede defender una intimidad  a costa del interés público.

Era de interés público conocer los abusos de las tropas de Estados Unidos en Afganistán, que denunciaron los papeles de Assange, también lo es saber que hay colombianos que esconden su dinero bajo los pliegues protectores de la legislación panameña. ¿Para no pagar impuestos? ¿Porque son dineros en blanqueo? Ante la ley son tan inocentes las empresas de papel como las ganzúas, las puñaletas o los revólveres. Pero sirven para cometer delitos.

Esta nueva ola de investigación periodística invierte una tendencia histórica: antes eran los poderosos quienes vigilaban a los de abajo para someterlos; hoy son los de abajo quienes entran a la intimidad de los poderosos para fiscalizarlos. Y eso es democrático y sano.

Jrestrep1@gmail.com
@jadarestrepo
 

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