La meta de Junior no solo es entrar entre los ocho mejores de la Liga. Eso no se festeja, no es la meta. Con la alta inversión que reviste la nómina del equipo, con la presencia de jugadores estelares y experimentados como Sebastián Viera, Germán Mera, Teófilo Gutiérrez y Miguel Borja, eso se da por descontado.
Hacer parte de ese amplio grupo de clasificados es una obligación, un peldaño más hacia el verdadero objetivo del conjunto rojiblanco: llegar a la final y pelear el título.
La tradicional exigencia de la afición va más allá de entrar o no entrar a los ocho.
No basta con eso. Es algo casi obvio, pero lo recuerdo por si Luis Amaranto Perea, que no es un hombre surgido de las entrañas de Junior, no lo tiene claro.
Y lo digo porque varias de sus declaraciones post-partidos con respecto a la forma de juego del equipo no están en concordancia con lo que tradicionalmente se exige en Barranquilla.
“Estamos contentos, hoy vimos una expresión futbolística diferente, estuvimos precisos con el balón”, dijo Perea en la rueda de prensa posterior a la victoria 2-1 ante Alianza Petrolera.
Tal vez yo sea el confundido, pero yo no vi una “nueva expresión futbolística” ni ninguna “precisión”.
Precisamente esa es una de las cosas que está faltando en el frente de ataque, exactitud.
Ayer volvimos a ver a un Junior sin norte, lento, conformista, excesivamente monótono y sin ideas.
La gran diferencia es que Alianza, distinto a los otros equipos que vienen a Barranquilla, como el Plaza Colonia, por ejemplo, es que no se encerró tanto atrás y le concedió mayores espacios a los rojiblancos, que por momentos fueron ‘explotados’ por Teófilo y Carmelo Valencia. Aunque no del todo porque, justamente, faltó precisión a la hora de definir.
Entiendo que Perea no va a hacer trizas públicamente el desempeño individual y colectivo de sus dirigidos después de un triunfo tan importante para la posición en la tabla. Es comprensible que se enfoque en lo positivo, pero tampoco puede decir cosas contrarias a la realidad. No se puede tapar el sol con las manos.
En Junior no basta con ganar a los trancazos. El equipo sí ha dado señales de vida (lo hizo en la ida ante Plaza Colonia y frente a Cúcuta), pero no progresa, no evoluciona. Ya es hora de mejorar notablemente. Meterse en los ocho es lo mínimo que se espera.