La inversión es importante dentro del proceso de acumulación de capital. Si se acumula capital, se garantiza la continuación de la producción que espera por materializarse en ventas y ganancias. Si un sector económico no posee buenos niveles de inversión, es señal de que algo anda mal.
La encuesta de opinión empresarial agropecuaria muestra que el 49,1% de los campesinos colombianos tienen una situación económica aceptable. Un 59,2% revela que la producción agrícola no cambió si se compara con el cuarto trimestre del 2013. Tanto los precios de ventas como de crédito registran cifras de desfavorabilidad que preocupa, porque la venta es el objetivo final de todo capitalista. Contrario a lo que se podría pensar, los empresarios del agro consideran que la situación del orden público les sigue siendo favorable.
Concretamente, ciertos aspectos preocupan. Primero, la modernización tecnológica entre 1994 y 2015 solo ha llegado a representar un 0,03% de los pagos totales otorgados como incentivos de capitalización rural (ICR) por Finagro. Esto muestra la falta de importancia que se la da al rol de la modernización tecnológica.
Segundo, al observar cifras alrededor de los ICR dedicados a adecuación de tierras, maquinaria y equipos, e infraestructura, estas categorías predominan como las de mayores desembolsos. ¿De qué sirve liderar en estos frentes si no se van a modernizar? La modernización tecnológica es importante para romper la rigidez estructural en la oferta de la producción agrícola y asegurar la seguridad alimentaria como toda nación moderna.
Tercero, entre los periodos 1995-1997 y 2012-2014, Colombia redujo su apoyo total al sector agrícola de un 3,1% del PIB a un 1,8%. Esto refuerza la idea de que no existe una política pública consistente que busque la meta de la seguridad alimentaria a precios accesibles. Es difícil admitir que con la misma cantidad de dinero uno pueda acceder a más alimentos de la canasta familiar en Estados Unidos en contraste con Colombia.
Además, el triste hecho que la potencialidad de la tierra en Colombia está subutilizada, principalmente en el Caribe, donde la ganadería sigue dominando. La participación en la asignación de créditos por parte de Finagro a los departamentos caribeños no es comparable con las cifras de los departamentos de Santander (7,3%), Antioquia (19,5%), Cundinamarca (6,2%), y Bogotá (13%).
En un capitalismo financiero si no hay crédito, no hay inversión, no se da la producción y no hay ventas. El Caribe vive el doble golpe de estar un país sin una política agroindustrial y sumido en un rentismo obstinadamente guiado por la ganadería. Esta no es una actividad mala, pero algo mejor podríamos estar haciendo.
*Profesor del IEEC, Uninorte.
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