Estamos viviendo una realidad ´dickensiana´. Parecemos inmersos en una de las novelas del autor inglés. ¿O alguien duda de que este es: “el mejor y el peor de los tiempos”?. Lo bueno y lo malo nos persigue.
Esta pandemia ha servido para revelar nuestras actitudes más egoístas y altruistas. Pero no solo las de nosotros como individuos, sino también la de los gobiernos. Las administraciones centrales y locales, del mundo, han tenido que tomar decisiones cuestionables, eligiendo muchas veces la alternativa que menor daño causara, aunque no fuese la ideal.
Ahora me pregunto, ¿es posible planificar en momentos de repleta incertidumbre?. Si todos los días nueva información se revela y los errores que se cometieron apenas ayer tratan de ser enmendados… Es un escenario tan novedoso que se nos dificulta estructurar planes en el ámbito privado, ahora imaginemos en el público. Los aparatos burocráticos, por supuesto no estaban preparados para ello, nadie lo estaba. En diciembre los funcionarios tenían unas rutas trazadas para 2020, hoy, esos mismos actores, no saben cuál es el paso certero para dar mañana.
Pero esto no es una novela de Charles Dickens, es la vida misma. Y los ciudadanos, estamos a la expectativa de que nuestras administraciones, sean capaces de tener un proyecto sólido de gobierno, no solo competentes para sobrevivir esta crisis sino hábiles para comprender la pertinencia de las nuevas necesidades que se han develado, así como las falencias que han quedado expuestas.
Pero no pensemos solo en Colombia, estamos repletos en el plano internacional de ejemplos. Para la muestra de un botón: Guayaquil. La ciudad referente de Ecuador, por muchos años gobernada por Jaime Nebot y ahora por su pupila Cynthia Viteri. Tristemente hoy uno de los peores casos en materia de gestión de coronavirus en el planeta. ¿Cómo una administración tan fuerte política y técnicamente ha administrado tan mal la crisis sanitaria?. Pues porque los mismos que transformaron la ciudad y la convirtieron en uno de los milagros urbanos latinoamericanos, no estaban listos para afrontar una pandemia mundial.
Lo anterior no puede llevarnos inmediatamente a deducir que el andamiaje gubernamental de Guayaquil es incapaz o inútil, no, posiblemente sea tan solo un fracaso. Con mucho eco y que ha cobrado varios muertos, eso sí. Pero sigue siendo el mismo gobierno que recuperó las finanzas de una ciudad en bancarrota, la misma administración que lleva años devolviendo metros cuadrados a los ciudadanos; y que posiblemente por eso dicho grupo político ha sido reelecto en varias ocasiones.
Todo esto me lleva a un texto del profesor David Hudson de la Universidad de Birmingham, que básicamente se refiere a la posibilidad latente que tienen los actores políticos de fracasar y tomar malas decisiones en medio de la nueva realidad que ha generado el covid. Así las cosas, si dichas administraciones son reincidentes en errores, de seguro serán castigadas electoralmente, pero si son capaces de retomar su rumbo, serán “perdonadas”. Lo que no se les puede exigir es que sean inmunes al virus. Por lo que me devuelvo a Dickens, y termino con él, “era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”.
@kathydiartt