Para quienes nos preciamos de tener la libertad como valor máximo en la vida, el Estado debe intervenir lo menos posible en la cotidianidad del ciudadano y sus decisiones. Es decir, reducir cualquier comportamiento estatal paternalista, al mínimo. Sin embargo, he de confesar, que la situación actual supone varios cuestionamientos a mis presuposiciones implícitamente libertarias. Aún así, les adelanto que sigo obstinadamente creyendo que un `papá Estado´ jamás es la solución.
En esta civilización inmediatista de la que somos parte, intentamos encontrar permanentemente respuestas a los éxitos o fracasos de otros. Y de ello no escapa el asunto democrático. Actualmente la pandemia del coronavirus nos ha llevado a peligrosamente, aplaudir y endiosar naciones que han tenido gestiones sanitarias con mejores resultados en sus territorios. No es un mal ejercicio, per se. Pero incidimos en varios vicios, cuando no tenemos en cuenta el proceder del andamiaje institucional que acompaña a dichos Estados. Por ejemplo: Corea del Sur, Rusia o China.
Vale la pena aclarar, que no considero que estos tres países hagan parte de una misma `bolsa´; para nada. De hecho, encontrar similitudes en los sistemas políticos de cada uno de los mencionados podría ser incluso una tarea difícil. Sin embargo, un común denominador, al aparente buen manejo que le han dado a la crisis sanitaria, es la alta dosis de intervencionismo de sus instituciones. La geolocalización pública de la población infectada en Corea del Sur, violó la privacidad de muchos ciudadanos, afectó su intimidad ya que la data estuvo al alcance de todos. Y ni qué decir de los métodos para castigar a quienes evadían las medidas de cuarentena en China. O el tufo de heroísmo carismático con el que Putin pretende afrontar la crisis mundial y sacar provecho de ella, aumentando su imagen ya bastante mesiánica en Rusia.
Por lo tanto, me permito dos sugerencias. La primera es esperar, sí, a pesar del tedio que le tenemos a la paciencia, ninguno de estos tres Estados puede cantar victoria aún -lo estamos observando en Rusia- pues puede surgir un segundo brote que los ponga en jaque. Así que catalogar a unos como ganadores y a otros como perdedores es un error cortoplacista en sí mismo. Y la segunda es que, al aplaudir sus avances en materia de contención; no olvidar todo lo demás que estamos aprobando: maltratos, abusos, autoritarismo rancio en algunos, etc.
Insisto, no están estos países a la misma altura cuando nos referimos a niveles de respeto por la libertad, de hecho, Corea del Sur es una democracia plena, aunque su gobierno haya admitido haber privilegiado el bien común por encima de la privacidad. ¿Esta eso bien?; ¿Debe el Estado ampliar sus tentáculos de maneras absolutamente indeseables con el objetivo de proteger a la población?; ¿A pesar del caos social y la estigmatización que esto conlleve?; son esas las preguntas que los científicos sociales de todas las tendencias estamos llamados a hacernos en estos momentos. Ya que esas formas, sentarán precedentes y se harán usuales cada vez que el fin justifique los medios…