
Hablemos de fútbol | El síndrome de la remontada
Hasta determinado momento del partido todo es solo futbolístico: el rival juega mejor, domina el trámite, tiene no una ni dos, sino varias situaciones de gol, el resultado le es desfavorable y no hay ninguna señal de que pueda salir vencedor.
Es el que han vivido y sufrido los rivales del Real Madrid en la Champions League. Hasta determinado momento del partido todo es solo futbolístico: el rival juega mejor, domina el trámite, tiene no una ni dos, sino varias situaciones de gol, el resultado le es desfavorable y no hay ninguna señal de que pueda salir vencedor.
De repente, y ahora lo emocional, el Madrid que ha sido inferior en el juego hasta ese momento, un rival que ha tenido varias oportunidades para apisonarlo completamente y no dejarle ningún ápice de supervivencia, y a pocos minutos del final del partido anota un gol y, a partir de ese instante, se produce un impacto psicológico en todos los actores del evento: en los jugadores del Madrid, llámese como se llame, Benzema o Vallejo; Modric o Nacho; Courtois o Rodrigo, tenga o no recorrido, éxitos anteriores o jerarquía individual se transforman en un incontenible y efectivo equipo, que arrincona y aniquila al contrario con una autosuficiencia, una prepotencia ganadora e insuperable voluntad.
En los hinchas, que alientan con ahínco e incansablemente con la ‘ventaja’ de saber que su equipo es el más ganador y su historia intimida y suele acudir en las situaciones límites.
En los rivales, no cualquiera sino encumbrados equipos con rutilantes figuras (PSG, Chelsea y Manchester City), interpelados en su siquis por las anteriores gestas heroicas del Madrid, se abruman y achicopalan y terminan tan sugestionados que van aceptando que lo que parece va a pasar, pasará: la remontada del Real Madrid.
Pasa de largo el equipo de Ancelotti, altivo, ganador, orquestando, una vez más, esa mágica conexión que tiene con estas circunstancias y especialmente con la Champions. Esa suerte de ‘resonancia límbica’ con los grandes y complejos retos.
Con esas citas mayores del fútbol mundial que exacerban su espíritu híper competitivo, el que motoriza luego sus grandes cualidades futbolísticas.
El Madrid cree en lo que dijo el técnico inglés Robson “los minutos más importantes del partido son los primeros 90”: hasta que el árbitro no decreta el final tienen prohibido no seguir intentándolo.
Y lo hacen con una excitante convicción.
Jugará la final el próximo 28 de mayo contra el poderoso Liverpool, el equipo de Kloop y Luis Díaz, y no tengo dudas, a la hora de emitir un concepto estrictamente futbolístico, de la superior calidad de este, de su mejor y más continuo andar en la cancha, de su cohesión e intensidad, de su desequilibrio. Pero es una final... Y es el Madrid...
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