No debió ser sorpresa para el mundo del fútbol el Balón de Oro entregado a Karim Benzema el lunes anterior. El gran delantero francés del Real Madrid tuvo una formidable temporada. Con su calidad técnica, inteligencia táctica y goles, lideró a su equipo para obtener títulos en la Liga y en la Champions.
Si hay un futbolista en el que, hoy por hoy, confluyan la inspiración y la conducta es él. En el cerebro y el cuerpo de Benzema conviven armoniosamente el voraz goleador y el estratega mediocampista. Tiene tan desarrollado el espíritu transgresor del delantero como el espíritu afiliativo del jugador de equipo.
Benzema, como centro delantero, no es el eslabón final de la jugada ofensiva. Él es protagonista de lujo en la elaboración de la jugada. El tiempo que le dedica al área rival es cuestión de calidad y no de cantidad. Por esto, a Benzema lo vemos en todas las zonas del campo en donde se está gestando una buena jugada y él mejorándola. Luego sí, su visita el área del contrario para imponer su poder de definidor.
A Benzema le gusta y sabe cómo manejar una aventura individual, pero comprende la utilidad y la necesidad de la coreografía grupal. Juega y hace jugar. Define y organiza. El nuevo Balón de Oro es la explicación en singular de la naturaleza colectiva del juego del fútbol.
Tras la partida de Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos del Real Madrid, se convirtió en capitán y líder futbolístico y emocional del equipo blanco. Descomunal fue su temporada y por lo tanto merecidísima su exaltación como el mejor.
En la misma glamurosa ceremonia se entregó por primera vez el trofeo ‘Sócrates’ en homenaje al fantástico jugador brasileño y sus enérgicas y valientes luchas fuera del campo. La idea de este novedoso trofeo es reconocer las acciones solidarias de futbolistas por una sociedad más justa e inclusiva.
El elegido para hacer su entrega no podía ser otro que Rai, hermano del fallecido Sócrates, campeón mundial con Brasil en 1994 y durante muchas temporadas capitán del PSG francés. Y su ganador tampoco causó ninguna extrañeza: Sadio Mane. El delantero senegalés, ex Liverpool y hoy del Bayern, no olvida sus orígenes y con una enorme actitud solidaria financia en su pueblo natal, Bambali, hospitales, escuelas, estaciones de servicios, oficinas de correo y mezquitas.
“¿Para qué quiero 10 Ferraris, 20 relojes con diamantes, 2 aviones? ¿Qué haría eso por el mundo? Yo pasé hambre, jugué descalzo, ahora puedo ayudar. Prefiero construir hospitales y escuelas o regalar comida y ropa a la gente pobre”. Esta ha sido, y es, su filosofía de vida. Crack dentro de la cancha, y súper crack fuera de ella.