Pedro blanco condujo el balón por el sector derecho, lo entregó a Javier Castell que se había desmarcado hacia la raya lateral; Quiñones, defensa santafereño, lo embistió con mucha fuerza, pero Castell lo superó y encaró en dirección al arco.

Con espacio y tiempo a su favor, pero aún en diagonal, la jugada, tal vez, pedía un centro al área, pero asumió el riesgo y remató al arco de Mosquera. El balón tomó un raro efecto y venció al arquero del equipo de Bogotá. Gol de Junior.

Seguramente, así hubiera descrito el gol de aquel 1ero de abril de 1984 (terminó ganando Junior 1-0). Un día como hoy, hace 39 años, fue el primero que anoté, y en mi debut. Así es como lo hago ahora, en las transmisiones en Blu Radio.

Cambié el vehículo de comunicación; ya no es el balón, ahora es la palabra. Ya no uso la cabeza del lado de afuera (para cabecear), sino del lado de adentro (para analizar). Una testaruda rodilla me empujó prematuramente fuera del terreno de juego, pero no me quitó un ápice de mi pasión por el fútbol.

Por eso sigo en él, a través de los medios de comunicación. Aprendiendo, leyendo, escuchando. Criticando, no critiquizando, con argumentos y respeto. Intentando tener la mejor pedagogía en mis conceptos. Haciendo mi mayor esfuerzo para poder usar lo más correctamente posible el idioma.

Y convencido de que por más iluminada que parezca mi teoría futbolera, mi opinión, no siempre puede explicar la “compleja simplicidad” de este hermoso e imprevisible juego. Con la venia de El Heraldo y de ustedes, amigos lectores, quise recordar ese feliz momento personal.

Disculpas por preferir un arrebato de nostalgia a temas del fútbol más importantes y actuales. Pero...