Esta pandemia de COVID-19 me ha puesto a pensar un montón de cosas acerca de la comunicación como fenómeno social que tiene que ver con la forma en que afrontamos esta crisis, lo cual me llevó a releer un libro publicado por Giovanni Sartori en 1997 con ese título, libro que me regaló Hugo González y que se refiere a “La sociedad teledirigida”.

Su tesis es que el acto de “tele-vió” está cambiando la naturaleza del ser humano, hasta llegar a convertir al homo sapiens, que es un producto de la escritura, en un homo videns en el que la palabra ha sido desplazada por la imagen; fenómeno que ocurre desde la primera infancia, cuando el niño frente al televisor aprende a tele-ver antes de aprender a leer o escribir, el “video-niño”. Es el punto en que lo visible predomina sobre lo inteligible, lo cual lleva a un “ver sin entender”, basta con el sentido de la visión. Es más un animal vidente que un animal simbólico. Lo representado en imágenes pesa más que lo dicho en palabras. Así funcionan las propagandas.

Durante la infancia, adolescencia, adultez y madurez, frente a un aparato que crea imágenes y anula conceptos -en el que hay negación de la palabra y, por tanto, de lo simbólico-, se va atrofiando la capacidad de abstracción, de entender y de cuestionar, una especie de déficit cognitivo en el que se actúa como sujeto pasivo que recibe la información sin pensar de manera crítica.

Basta con prestar atención crítica a lo que tele-vemos para “ver” la manipulación de la información desde la superestructura, que crea contexto y sentido de realidad en beneficio de quien tele-dirige, en un rango que va desde el cinismo hasta la patología, con tal de hacer pensar de determinada manera. Así es como se puede comprender la necesidad de salir a comprar cosas innecesarias, a riesgo de la propia vida; o volverse un experto en el uso de medicamentos para las virosis por información que tele-vio y, con la misma experticia, una autoridad en gárgaras de limón con jabón y blanqueador de ropa, para prevenir el C-19; o angustiarse y deprimirse ante la avalancha de información apocalíptica en cada aparato que muestre imágenes.

También se hace política y se legisla mediante la tele-visión, ocurre desde cuando apareció la imagen en un aparato electrónico. En nuestro país ocurre, y en un estilo particular que se hace evidente porque se repite: se aprovechan las crisis nacionales o locales para hacer grandes movimientos políticos de un modo sutil, aparecen minimizados dentro del contexto. Sirva como ejemplo la llegada al Congreso de un proyecto de reforma a la salud en plena pandemia, en las condiciones sanitarias del país y con el respaldo del Ministerio de Salud.

Si ahora estamos mal tanto los pacientes como los médicos en este sistema de salud fracasado, no es difícil “pensar” en lo que nos espera en esta reforma a la salud, pues no será buena para nosotros.

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