A propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Niña cada 11 de octubre, es importante recordar que tiene su génesis en las brechas sociales basadas en género, lo cual debe llevarnos a reflexionar sobre la importancia de garantizar a todas ellas sus derechos y especialmente la posibilidad de vivir libres y felices; es inaceptable que sus cuerpos sean erotizados y convertidos en trincheras de violencias sexuales como matrimonios infantiles, explotación sexual o embarazos; que sean asesinadas y que sus vidas sean vulnerables a trampas de pobreza como la desescolarización.

Es preocupante que algunas de los datos reportados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), junto con la Fundación Plan corresponden a que los principales retos que enfrentan las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes del país son violencia sexual y de género, problemas en el acceso a la educación, desnutrición y desempleo. Refiere también que en total 22.794 niñas en Colombia fueron sometidas a relaciones y actos sexuales forzados en 2019.

Esto solo es un panorama general de una situación que no es (simplemente) crítica, sino trágica porque las niñas no son un futuro aplazable sino un presente que se marchita ante las violencias y la falta de garantía de los derechos, si las niñas continúan en ese escenario de vulnerabilidad las brechas sociales con perspectiva de género incrementan y las mujeres seguirán condenadas al patriarcado.

No infantilizar o normalizar las violencias. Si bien las violencias contra las niñas no son un problema lineal de fácil solución, al que se le puedan establecer diagnósticos precisos, sino más bien una situación compleja con infinitos contextos particulares, sí es importante reconocer que uno de los puntos de partida para erradicar dichas violencias es dejar de normalizar las violencias sexuales contra ellas, infantilizándolas y convirtiéndolas en un objeto receptor de todo sin derecho a pensar y decidir, las niñas sienten y piensan, ellas no son cosas sino seres humanos; basta de considerar que se puede decidir sobre sus cuerpos y sus vidas bajo la premisa (a veces un tanto perversa) de los “usos y costumbres” como el hecho de obligarlas a casarse a sus 10 años con hombres de 50 o 60, desescolarizándolas para que asuman roles domésticos, truncando su derecho a la educación, la libertad y a ser felices con lo que quieran en sus vidas y no con lo que los adultos decidan para ellas.

Ella es Astronauta: Un programa inspirador. 35 niñas y adolescentes de diferentes departamentos del país emprendieron el viaje a un sueño, a una experiencia que no solo representa para ellas un antes y un después en sus vidas sino que señala a otras niñas y jóvenes nuevos caminos y estilos de soñarse la vida, le crea la motivación de romper paradigmas y no limitar la capacidad de conquistar al mundo, de salir de los esquemas que les impone la cultura, el sistema económico y miles de situaciones a las cuales se enfrentan las mujeres (niñas o adultas) en Colombia y en el mundo.

Jairem Reyes Bravo es la adolescente guajira que hizo parte de esta segunda misión – Ella Es Astronauta –. Que inspirador encontrar nuevas narrativas, relatos de proyectos científicos que pretenden llevar respuestas y soluciones a sus contextos muchas veces desafiantes y de alta complejidad como lo es la tierra que siempre brilla, Uribia, en mi amada Guajira.

Las niñas y adolescentes merecen soñar diferente y que buen momento estamos viviendo con más mujeres en los poderes económicos, sociales, académicos y políticos, ya las niñas tienen argumentos para dejar de percibir inalcanzable cualquier sueño, ser científicas, astronautas, presidentas, directoras, deportistas, artistas, con iniciativas como estas. Sencillamente el universo de sueños se expande y ellas, nuestro presente y futuro, pueden pensarse con libertad su vida.

Adelante She Is, Nadia Sánchez y todas las iniciativas que hacen patria, que cambian historias, relatos y percepciones, que activan nuevas realidades y que con acciones contundentes le dicen al machismo, a la desigualdad social y a la violencia que hay otros caminos poderosamente transformadores por los cuales transitar, se cree, se trabaja, se logra. Ella es astronauta, todas somos astronautas de nuestras misiones existenciales y que interesante que lo logremos desde la autonomía, la garantía de derechos y la paz.