
Tras casi 7 años de Gobierno Santos está de moda hablar de corrupción como si fuera algo nuevo. Pongámonos a hablar entonces del tema de moda sentando la base de la discusión:
Primero, aclaremos una cosa: la corrupción no es culpa de nuestros representantes políticos, ellos actúan a imagen y semejanza de lo que es nuestra sociedad, llena de hampones. Si buscamos unos verdaderos culpables a nuestra podredura solo tenemos que mirarnos al espejo: ¿Quién elige y tolera a los corruptos? Nosotros mismos, y más cuando nos habituamos a oír las siguientes frases: “Es mejor que robe un poco pero que se vean las obras”. Somos una sociedad indiferente que ve desfilar a los políticos corruptos de turno como ven las vacas pasar los carros.
Segundo, entre el año 2010 y el 2015, nuestra querida Colombia fue degradada de 5 puestos (del 78 al 83) en la clasificación mundial y anual que hace Transparency International, la única ONG que mide el nivel de corrupción de los países con credibilidad. También, según datos de la Procuraduría, la corrupción nacional, que se estima anualmente en 23 billones, ha venido aumentando en un 600% en los últimos 11 años. Así que no venga el presidente Santos a decirnos que durante su Gobierno la corrupción no ha existido porque cuando sus amigotes extrañamente se enriquecen mediante la contratación estatal, eso también se llama corrupción. Esto es un mal de todos los Gobiernos, tanto locales como nacionales.
Hablando de los amigotes de Santos, ¿conocen el caso de Felipe Jaramillo? Una píldora para la memoria: Jaramillo, mejor amigo de Santos, vendedor de armas, ha obtenido en varias oportunidades contratos de suministro de armas con las Fuerzas Armadas. Lo sorprendente es que los negocios de Jaramillo pasaron curiosamente de ser lucrativos para convertirse en multimillonarios a partir del 2006, año en el que paradójicamente Santos asumió como ministro de Defensa. Los ingresos operacionales de Helicentro, una de sus tantas sociedades, crecieron en un 318% si comparamos con los periodos 1996-2006 y 2006-2011, subiendo sus utilidades en un 400%. Otro de sus negocios, la sociedad Alfonso Jaramillo y Cía., aumentó en 324% sus ingresos en los mismos periodos comparativos, acrecentando en 1.464% sus utilidades. ¿Extraña coincidencia?
Tercero, que Santos esté hoy alegando que las campañas políticas se deban financiar con 100% de recursos públicos con el fin de bajar los niveles de corrupción es verdaderamente cínico, y más a sabiendas que él ha sido el presidente que más ha aprovechado los recursos del Estado para reelegirse y mantener su mayoría parlamentaria; este es el Gobierno mediante el cual se institucionalizó el concepto de “mermelada”, ¿no?
Cuarto, más allá que el problema real sea la impunidad en torno a la corrupción, porque la misma justicia es corrupta, no podemos olvidar que vivimos en un narco-Estado donde todo es negociable: las sentencias, la Constitución, las noticias, las muertes, etc. El mejor ejemplo de esto: el proceso de La Habana. Colombia es la 39ª economía del mundo pero es la 14ª en el tamaño de su sector ilícito y entre las cinco primeras si comparamos la economía ilegal con el PIB oficial.
Esta es la base, ahora sí comencemos con la discusión.
@QuinteroOlmos
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