Las posibilidades de acceder a la educación superior en Colombia son determinadas en gran medida por las condiciones socioeconómicas y académicas de los estudiantes, su lugar de residencia y las condiciones del mercado laboral. Un elemento con menor reconocimiento en este campo ha sido el capital social. De forma muy general, el capital social describe lo acumulado por una persona con base en las relaciones que ha construido con otros en contextos como la familia, el colegio, la comunidad y el trabajo.
Como todo tipo de capital, el capital social requiere que las personas inviertan en la construcción y mantenimiento del mismo y al igual que otras formas de capital, este genera beneficios en la medida que quienes lo poseen pueden usarlo para alcanzar sus intereses.
Así, por ejemplo, en el campo de la educación, se ha encontrado que diferentes dimensiones de capital social como la confianza, las redes sociales y de apoyo, y las normas de reciprocidad al interior de la familia, el colegio y la comunidad, influyen en las oportunidades y decisiones educativas de niños y jóvenes.
En este contexto se espera, por ejemplo, que niños cuyos padres dediquen más tiempo y esfuerzo en el desarrollo de las actividades escolares de sus hijos, es decir, niños con mayor capital social al interior de la familia, obtengan mejores resultados académicos.
De igual manera, las relaciones de la comunidad y de la familia con el colegio, otras dos formas de capital social, pueden ampliar las oportunidades de los menores en la medida que un mayor contacto de los padres con el colegio y un mayor interés de la comunidad por los procesos desarrollados al interior de este, resultan en mayores recursos para la institución, mayores y mejores contactos para los estudiantes y mayor disponibilidad de información. Todos estos, elementos que influyen en el acceso a la educación superior.
Las mediciones de capital social disponibles para Colombia muestran bajos niveles del mismo. Sin embargo, los datos disponibles no miden puntualmente el capital social relacionado con la escuela.
A pesar de esto, hechos como el aumento en el número de hogares monoparentales, la necesidad de que ambos padres trabajen, la baja participación en organizaciones de padres de familia y los pocos vínculos comunidad-colegio, sugieren la existencia de déficits de capital social vinculado a la educación de niños y jóvenes.
Se hace necesario que instituciones educativas, comunidad y padres de familia además de valorar el capital físico y los recursos tradicionalmente asociados a una educación de calidad, reconozcan el valor del capital social y conjuntamente inviertan en su construcción; ¿cómo hacerlo?
*Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de El Heraldo.