
Competencias y habilidades
La Ocde acaba de terminar un estudio de las habilidades y competencias de adultos que hace énfasis en el desarrollo de la habilidad para procesar y utilizar información en un ambiente de amplio acceso a la información por medios tecnológicamente avanzados Ocde (‘Skilled for life?’, Ocde 2013). Los individuos que desarrollan esas competencias tiene una probabilidad de generar ingresos altos tres veces superior a la de personas que no las han desarrollado; y dos veces mayor probabilidad de estar empleados y de gozar de un estado de salud excelente, entre otros beneficios.
Las competencias que destaca el estudio son la comprensión de lectura y la capacidad de usar lo que se lee; numerosidad (habilidad numérica y matemática); y la destreza para resolver problemas en entornos ricos en tecnología. Los niveles de estas tres competencias están positivamente correlacionados con el desempeño en las pruebas educativas Pisa, lo que depende de la calidad de la educación básica. Un elemento clave para mejorar esta calidad es elevar la competencia y la calidad del personal docente, sus ingresos y el lugar que ocupan en la jerarquía social. Esta es una tarea monumental pero indispensable (‘Tras la excelencia docente’, Sandra García y otros, Universidades de los Andes y el Rosario, mayo de 2013).
Necesita además un cambio de chip en las cabezas de Fecode que se opusieron radicalmente cuando se intentó crear en Uniandes un magíster en educación para capacitar académicamente como maestros a profesionales destacados de otras profesiones, que es algo que todavía se necesita con urgencia, y en las de los profesores y diseñadores de políticas públicas que padecen de un exceso de autoritarismo y de irrelevancia. El profesor Alejandro Santamaría ha desarrollado con su ‘Escuela Itinerante’ una metodología para combatir estos defectos.
Se requiere crear ambientes de colaboración entre alumnos y profesores y depurar los programas de educación básica para suprimir todo el contenido inútil y concentrarse en lo más necesario, por ejemplo las competencias a las que se refiere el estudio de la Ocde, y enseñar a los alumnos a aprender por su cuenta. Lo que gasta la clase media colombiana en educación es mucho más en términos relativos que lo que gastan en países que ocupan puestos mucho más altos en las pruebas Pisa (El Tiempo, noviembre 16 de 2013, p. 1).
Si se logra elevar la calidad de la educación básica se atienden las necesidades de las nuevas generaciones, pero no las de los que están próximos a ingresar al mercado laboral o los que ya trabajan. Para ellos hay que abrir caminos distintos a las universidades para capacitar el personal que tiene la aptitud requerida pero carece de los recursos para hacerlo. Sería una gran idea poder entrenarlos desde los últimos cursos de bachillerato y montar sobre los hombros de los colegios, en los horarios en los que ellos no operan, el programa de educación general o básica del ciclo universitario que se desarrolla en los primeros dos años de universidad. Esto abarataría significativamente el costo de la educación superior, les permitiría a los jóvenes ingresar más rápidamente al mercado laboral y pagar por ella. (Continúa)
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