El Heraldo

Barranquilla: ¿prosperidad al debe?

La bonanza vivida en Colombia desde 1922 hasta 1929 fue calificada como “Prosperidad al debe” por Alfonso López Pumarejo, al ocurrir una expansión del gasto público con base en la indemnización por el robo de Panamá y el crédito internacional. Endeudarse para invertir en infraestructura no es raro, siempre que se tenga con qué pagar después, especialmente si el agente que se endeuda no tiene capacidad de emitir dinero soberano.

Todos los barranquilleros estamos felices por las obras que se nos anuncian desde la Alcaldía, asimismo el reducido grupo de contratistas de obras civiles que se ganan todas las licitaciones, en este 203 aniversario de la ciudad. Nadie se puede oponer a la Avenida del Río, a mejorar las condiciones de vivienda de los más pobres, a construir un número récord de pasos y caminos, a canalizar de una los siete arroyos de la ciudad, el nuevo estadio de béisbol, etc. El problema radica en cómo se va a financiar semejante batería de proyectos. Para estos próximos cuatro años, el Distrito solo tendrá recursos por $10.7 billones, cifra sensata, si uno mira el marco fiscal de mediano plazo publicado por la Secretaría de Hacienda el año pasado (ver Marco fiscal de Mediano Plazo 2016-2025) durante Elsa Noguera. De repente, todo ha cambiado, el entusiasmo cunde en medio de la desaceleración de la economía nacional, con caída de exportaciones e importaciones, e inflación acelerada. Barranquilla parece ser un islote de prosperidad, pues no se tiene claro de dónde salen los  $6.5 billones restantes. Esperamos que no se incluyan los proyectos de la Nación que no son del presupuesto del Distrito, aunque él ponga alguna pequeña cuota de recursos propios. La verdad es que la propuesta de inversiones que se llevó al Consejo Territorial de Planeación al examinar el Plan de Desarrollo fue muy pobre, pues allí no se explicaron las fuentes de cada uno de los programas, como lo exige el DNP.

¿De dónde salen tantos recursos milagrosos? No se entiende tanta abundancia cuando uno ve al Distrito imponiendo el impuesto al teléfono para poder pagarles a los jubilados de EDT y EPM, cuando hay lentitud de las obras de canalización de la 84 (se debían terminar en dic./2015) y ya nos hablan de mayo, no se sabe si por problemas de liquidez, y si el Distrito debía a dic. 31 del 2015 un total de $1.5 billones entre pasivos corrientes y otros pasivos. Si la II alcaldía de Bernardo Hoyos quebró al Distrito con el desbordado crédito bancario, preocupa lo que ahora sucede con las vigencias futuras que llegan hasta el 2035. Giramos contra el futuro. Se comprometen hasta los recursos del SGP de libre destinación. El virus parece que ya contaminó a la Gobernación. Asustan las nuevas proyecciones que se hacen de los recaudos del predial, ahora que el Codazzi le entregó los avalúos del Distrito. Preparen los bolsillos.

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