En los años 50 la música era parte importante de los noviazgos, no solo porque se acostumbraba a darle serenata a la chica que uno quería conquistar, sino que, lograda la conquista, se le hacía ‘mantenimiento’ al noviazgo utilizando para ello la poderosa arma de la serenata, que ‘ablandaba’ a la más retrechera de las pretendidas. El bolero era –y seguirá siendo– el rey del romanticismo, a pesar de que el modernismo pretenda olvidarlo, remplazándolo por una música insulsa, con letras sin sentido y a veces fuera de tono que de romántica nada tiene. Ciertos boleros, por lo poético de sus letras, eran especiales para serenatas, como los del trío Los Panchos, muy de moda en esos días. Quizá a mis coetáneos y ‘colegas’ de noviazgo en los años 50, alguno de los siguientes temas les haga recordar momentos felices de sus noviazgos, como me sucede a mí. Cómo olvidar, por ejemplo, ese bello bolero La gloria eres tú, que dice: “Eres mi bien lo que me tiene extasiado/ cómo negar que estoy de ti enamorado/ de tu dulce alma, que es toda sentimiento/ de esos ojazos negros de un raro fulgor, que me dominan e incitan al amor/ eres un encanto, eres mi ilusión/ Dios dice que la gloria está en el cielo/ que es de los mortales el consuelo al morir/ Bendigo a Dios porque al tenerte yo en vida/ No necesito ir al cielo tisú, si alma mía, amor de mi ilusión, la gloria eres tú”. ¡Qué bello poema de amor! Recuerdo también los siguientes: Mientras me quieras tú, Cosas como tú, Contigo, Sin ti, Como un rayito de luna, Los dos, Caminemos, Usted, Sin un amor, Amorcito corazón, Nuestro amor, No me quieras tanto, Toda una vida, Piel canela, No, no y no, Alma, corazón y vida y tantos otros que nos hicieron y aún nos hacen vibrar.
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