
Siempre me he considerado un hombre liberal que respeta las minorías y a las mujeres como el que más. Eso siempre me lo inculcaron mis padres y por fortuna lo aprendí.
No tengo duda de que de las mejores cosas que le han pasado al mundo en los últimos tiempos es el destape de cientos de mujeres –principalmente de Estados Unidos–que se atrevieron a denunciar a quienes en el pasado las agredieron sexualmente, en casi todos los casos hombres importantísimos y adinerados. (Ojo: Colombia está en mora de que muchas de sus mujeres cuenten también quiénes fueron sus poderosos agresores y acosadores).
Un hombre que le da empleo a una mujer pensando en que después le va a “devolver favores” no es un hombre sino un enfermo. Tampoco es un hombre el que intenta llevar una mujer a la cama a las malas. No hay cosa más agradable que cortejar a una mujer.
Dicho lo anterior, me saca la piedra el hecho de que un juez de la República le haya ordenado a la Alcaldía de Bogotá modificar el eslogan “Bogotá, mejor para todos” por “Bogotá, mejor para todos y todas”. Qué cosas tan ridículas las que a veces hacen algunas feministas. Cómo se mantendrán de desocupadas que el tiempo les alcanza para meterse en semejantes nimiedades.
El mismo despacho judicial que falló en favor de esa causa llamada “Bogotá, mejor para todos y todas”, bien pudo haber ordenado en la misma providencia que a los hombres que defienden los derechos de las mujeres se les debe decir “feministos”. O que el masculino de Bogotá es “Bogotó”. O que el exclusivo barrio El Chicó también responde si se le llama “La Chicá”. O que el transporte masivo de la capital (¿o el capital?) en adelante se deberá llamar “metra” y no solo metro. O que en la Plaza (o “plazo”) de Bolívar hay una estatua (o “estatuo”) de El Libertador en bronce (o “bronza”). O que la emblemática Carrera Séptima en adelante deberá conocerse también como “carrero séptimo”. O que en Bogotá ya no habrá solo universidades sino también “universidados”.
Ese cuento reforzado del “todos y todas” se lo inventaron aquellos que dicen ser progresistas e incluyentes. Pero eso es pura carreta. Tanto que nos burlamos de Nicolás Maduro y parece que “siempre tuvo razón” cuando hablaba de hombres y “hombras” y de millones y “millonas”.
Hace ya algunos años la Real Academia Española criticó con dureza ese “latiguillo lingüístico” del “todos y todas” proveniente de Latinoamérica. La RAE llamó la atención, por ejemplo, de que en la Constitución de Venezuela hay un artículo que habla de “venezolanos y venezolanas” y que la expresidente Cristina Fernández inicia todos sus discursos –al dirigirse a los asistentes– con “todos y todas”.
El diario La Nación de Buenos Aires, en marzo de 2012, recogió las palabras del autor del informe de la RAE, Ignacio Bosque, quien defiende que “el uso genérico del masculino para designar los dos sexos está muy asentado en el sistema gramatical” español y que no tiene sentido “forzar las estructuras lingüísticas”.
@cancinoabog
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