La dedicación de Petro a radicalizar a sus seguidores, manipulándolos con retórica altisonante, bravuconerías y hasta madrazos, más sus conocidos engaños y falsedades, no expresan fortaleza política sino debilidad. Así logre movilizaciones estimuladas con retóricas vacuas, clientelismo y recursos públicos. No hay que dejarse engañar.
Porque Petro no logra tapar el fracaso de su gobierno, incluidas sus promesas incumplidas, sin las cuales no habría ganado, así como el engaño de presentarse como el que no era. Se suma su incapacidad para promover que se cree más riqueza y reducir el desempleo, la informalidad, la pobreza y el hambre de millones de colombianos, víctimas también del subdesarrollo nacional, la corrupción y la violencia que Petro heredó de los gobiernos anteriores y que prometió superar, pero sin avanzar en esa dirección.
Son pésimos los indicadores del país, coronados por un déficit fiscal enorme, del 6,8 por ciento del PIB en 2024, y creciendo, porque Petro impone gastar más de lo debido, lo que puede causar una gran crisis. Las finanzas públicas están en franco deterioro, a pesar de la reforma tributaria de Petro de 2022, que gravó a Ecopetrol y la comida de los pobres, a quienes también castiga con sus impuestos neoliberales a los combustibles.
Mientras que Petro aumenta los impuestos y pretende subirlos más, ¡qué casualidad!, su director de la Dian, Luis Eduardo Llinás, condenó a Ecopetrol a pagar este año $9,4 billones por supuestos impuestos a la gasolina que debió haber pagado –según dice– en años pasados, suma que puede llegar a 21 billones si decide igual sobre el ACPM. Debe saberse además que el 88 por ciento de Ecopetrol es de propiedad de todos los colombianos y la porción restante les pertenece a 250 mil accionistas privados, casi todos pequeños.
Decisión que empuja hacia la crisis a Ecopetrol, al quitarle la plata para operar este año. Problema que el ministro de Hacienda empeoró al pagarle con TES una deuda del gobierno de $7,7 billones, fórmula de pago que lesiona a la petrolera.
Muy llamativo que Petro –siempre tan hablador– guarde silencio sobre estos durísimos golpes a Ecopetrol, mutismo que también asumió con la corrupción en la Agencia Jurídica de Defensa del Estado.
Todo indica que el director de la Dian actuó respaldado por Petro, así no se atrevan a confesarlo. Porque Llinás sería el mayor irresponsable, y Petro lo habría despedido de su cargo, si, sin consultárselo, le provocara este gran impacto negativo a Ecopetrol y a Colombia.
Y no debe sorprender que Petro haya procedido así contra Ecopetrol. Porque es conocida su animadversión irracional al petróleo, calificativo que le cabe porque nunca ha podido sustentar sus posiciones antipetroleras y es el único jefe de Estado de país productor de hidrocarburos que tiene ese punto de vista, mintiendo y engañando con su falso ambientalismo, retórica que no detiene el cambio climático ni le aporta a la transición energética.
Lo perjudicial de la decisión de la Dian se evidencia con otras cifras: Ecopetrol debe 114 billones de pesos, el barril de petróleo ha caído este año veinte dólares, en 2024 le transfirió al Estado 40,3 billones de pesos y en una crisis pueden privatizarla.
Que Petro no mate la gallina de los huevos de oro.