La cruenta guerra que están librando en el Catatumbo, Norte de Santander, desde hace cerca de 40 días el Eln y la banda criminal de Los Pelusos – antiguo Epl–, parece que nos pilla muy lejos. ¿Será por eso que a casi nadie le importa que más de 100 mil personas, habitantes de 14 municipios, permanezcan confinadas en sus territorios muertas de miedo?
Una crisis humanitaria que se extiende por Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, Ocaña, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú, entre otros municipios. En sus zonas urbanas y rurales, donde viven 280 mil personas, escasean los alimentos, las medicinas y los combustibles; los niños no van a la escuela, los transportadores mantienen sus vehículos guardados, los campesinos temen salir a sus parcelas, los comercios están cerrados y los hospitales trabajan a medias.
Como si fuera una estirpe condenada a vivir 100 años de soledad, la población civil del Catatumbo, una de las más golpeadas por el conflicto armado en el país desde los años 60, vuelve a quedar en medio del fuego cruzado de los grupos ilegales, llámense guerrilla, paramilitares, narcotraficantes o bandas criminales. Su situación es cada día peor tras la declaratoria de paro armado de Los Pelusos, lo que disparó los desplazamientos masivos hacia las cabeceras municipales e incluso a la ciudad de Cúcuta. Otra vez familias enteras huyendo, revictimizadas, albergadas en refugios humanitarios.
No en vano, el alcalde de Teorama, Jesús Leid Montaguth, dijo que “están viviendo por la misericordia de Dios porque hay mucha desolación y temor”.
El Eln y Los Pelusos disputan una “guerra sin cuartel” por el control territorial de más de 28 mil hectáreas de coca, de los laboratorios de producción de cocaína, de las rutas de salida de la droga hacia Venezuela y del contrabando de gasolina. Rentables negocios ilícitos que alimentan este conflicto histórico en el Catatumbo y en el que también están pidiendo pista una disidencia de las Farc, integrada por excombatientes del Frente 33 y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, parte del Clan del Golfo, y que habrían hecho una alianza con el Epl.
En medio de semejante teatro de guerra, las comunidades de Norte de Santander están indignadas por la insuficiente respuesta institucional. No entienden cómo en una zona donde no hay garantías de seguridad por la expansión del narcoterrorismo; y de ello dan cuenta las familias de las víctimas de crímenes, secuestros y extorsiones; el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, y el comandante del Ejército, general Ricardo Gómez Nieto, reportan relativa “normalidad”.
El Catatumbo es hoy una “república independiente”, adonde no llegan los programas de sustitución de cultivos ilícitos, los proyectos de inversión social y desarrollo productivo y sobretodo, la seguridad y la tranquilidad para sus habitantes. Desafío descomunal para el Estado colombiano que está en mora de demostrar que en el país del Sagrado Corazón no hay territorios vedados.