Cien años de soledad está cruzada, de principio a fin, por la culpa del incesto antes que por el incesto mismo. El incesto podría suceder, pero sin culpa no hay conflicto, tal cual lo muestra la película húngara Delta, que cuenta la historia de dos hermanos que se enamoran en un pueblo a orillas del Danubio que bien podría ser Macondo. En Macondo la culpa primigenia la tiene una mujer. Como Eva. Úrsula Iguarán se niega a entregarse a su marido por ser su primo. Los cien años de soledad que en adelante padecen los Buendía se deben a una maldición que no llega por cuenta de una tentación, con manzana y serpiente incluida, sino de esta negativa. La mujer no cae en la trampa. La enfrenta.

A esta culpa se le suma otra. Ante las burlas por no tener sexo con su mujer, José Arcadio mata a Prudencio Aguilar y esta culpa, la del asesinato, lo lleva a huir de su pueblo. La víctima de un asesinato con frecuencia se convierte en la sombra de su asesino. Eso dicen quienes han matado, que el muerto no los desampara nunca. En la conversación con Jorge 40 en 2007, que incluí en mi novela Líbranos del bien, él dijo que el primer muerto es al único que nunca olvida. Igual sucede en Un profeta, la impresionante y portentosa película que ganó en Cannes en 2009: el protagonista es obligado a matar a un compañero de celda y en adelante ese muerto será su única compañía, y quien de paso lo convierte en profeta. Aquí José Arcadio huye y funda Macondo, pero el fantasma de Prudencio, es decir la culpa, se le aparece repetidas veces lavándose la herida en la garganta con un tapón de esparto.

En la fundación de Macondo hay una culpa doble: tanto la del hombre como la de la mujer. Es muy curioso esto: en un pueblo remoto y perdido en la geografía costeña fundado a mediados del siglo XIX, García Márquez introduce la igualdad de géneros. A diferencia del Paraíso, de donde, por culpa de ella, son expulsados Adán y Eva, en Cien años de soledad son Úrsula y José Arcadio los que deciden largarse. La misoginia, tan profundamente arraigada en el Magdalena de Aracataca, de Valledupar y de Riohacha, no es protagonista de esta novela. ¿Por qué?

Lo cierto es que Úrsula es una mujer con un carácter tan fuerte, que su férrea voluntad inicia la tragedia. Las otras mujeres son aquí también protagonistas: Pilar Ternera (mi favorita, porque es la que más hace lo que le da la gana), Petra Cotes, Rebeca, Amaranta... Ninguna se deja ningunear por un hombre. ¿Es feminista Cien años de soledad?

PD: Me llovieron rayos y centellas cuando hablé aquí de los altos costos de Valledupar durante su Festival y, mucho más, de las fallas de la Administración Municipal durante esta temporada. Un artículo de El Pilón de esta semana no solo confirma mis palabras, sino que las pone en voz de autoridades locales. Lo importante no es que lo reconozcan, sino que lo solucionen. Ni Valledupar ni su Festival pueden seguir cobrando a precios de Dubai.

@sanchezbaute