Reunión de junta directiva de Productos Parientes SAS, PP SAS. Orden del día agotándose y en el punto de proposiciones el director general inicia la presentación de un importante asunto. La unidad de negocios ‘cajas de cartón’ ha tenido una seria disminución de sus ventas en los últimos dos trimestres y todo indica que se debe a la entrada al mercado de la multinacional Cartonelli, que con sus experiencias internacionales viene golpeando fuerte ese segmento del mercado. La estrategia de la compañía extranjera para agarrar mercado consiste en soportarse en una inteligente maniobra comercial: igual calidad y más bajos precios.

PP SAS reaccionó también y bajó sus precios un 2.32% menos que los de Cartonelli, situación que permitió la recuperación del mercado. Resultado temporal, porque Cartonelli bajó sus precios nuevamente y se calentó guerra de precios que además recibió el incentivo de otra marca que también inició actividades con una igual política inteligente de salir con precios más bajos que la competencia. Es que hacer cajas, cajitas o cajonas de cartón es una actividad bien lucrativa, pero, si seguían así, las tres empresas iban a terminar perdiendo plata. Así que al gerente se le ocurrió llamar a uno de sus colegas para que, en una comidita informal, compartieran incidencias del sector cartonero sin entrar en detalles ni adentrarse en cuestiones confidenciales.

Descubrieron ambos que había muchos puntos comunes en las empresas que podrían ser aprovechados. Terminaron la reunión con un par de guaros y se comprometieron a volver a encontrarse. Así fue y en la próxima se les ocurrió invitar además al joven gerente de la nueva empresa que también vendía cajas de cartón, entrenado en una conocida universidad americana. Les explicó que por allá estudiaban casos de empresas y situaciones, como las que vivía hoy el sector del cartón, que eran analizadas profundamente y habían encontrado que la solución era ponerse de acuerdo toda la oferta, subir al máximo los precios y repartirse el mercado. La idea no parecía mala y, al ponerla en marcha, los resultados eran evidentes, las ganancias fantásticas, nadie se iba a dar cuenta, y si lo hacían, pues el consumidor no tenía alternativas.

Y fue así. Lo hicieron sin asco y con todo, total, igual lo hacían los productores de bahareque, las cajas de cambio, los vendedores de leña y casi todas las grandes empresas del país. La idea no había sido patentada porque tuvo tal auge que casi todos los que necesitaron implementarla lo hicieron sin comprar la licencia y realmente no había que buscar técnicos académicos ni estructuradores profesionales. Era fácil ponerse de acuerdo ¡y listo!

El gerente continuaba con su presentación cuando, de repente, el presidente de la junta lo interrumpio diciéndole: Apague la grabadora, sigamos adelante con esa espectacular estrategia que tan bien nos resulta a todos. No creo que estemos haciendo nada distinto a proteger los intereses de los socios inversionistas, y si acaso nos multan, las utilidades que hemos tenido dan para pagar lejos esas sanciones. Además, si toca, lo botamos con un buen bono, le echamos la culpa y pedimos perdón, que no quede nada de esto en el acta y la junta se acabó.

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