En una nueva y rápida intervención del ya popular fragmento de la película Der Untergang o El hundimiento, los oportunos y ociosos cacharreros del Internet modificaron una vez más la escena original de un energúmeno Adolf Hitler porque las cosas no andan bien en el frente de batalla, pero esta vez se refiere a las campañas políticas en el Atlántico. Están embolatadas y al Führer eso lo saca de casillas.
Tiene razón Hitler, pues el asunto no es para menos. El general Steiner no pudo detener el ímpetu de las tropas rusas, pero lo que más furia produce en el temible líder del Tercer Reich es que en el departamento del Atlántico hay un enredo de la madona.
Y eso que en la parodia de la película los ingeniosos mamadores de gallo no se refieren en esta nueva intervención a las encuestas locales, que dan giros inesperados o que, como se presume, tienen resultados de acuerdo a quien las pague.
Tampoco se ha enterado Hitler mediante esta fabulosa máquina del tiempo y de la imaginación, consistente en tomar un segmento de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial y adecuarlo a la actualidad, del delito de trashumancia en el Atlántico.
No sabe el Führer que por ese delito que no es nuevo aquí, que es histórico, que cada año se repite, que es fácil detectarlo, que se sabe quiénes lo comenten y cómo lo hacen; los caciques políticos desembolsan millonadas que luego ‘recuperan’ con creces del erario público mediante jugosos e inflados contratos.
Tampoco sabe Hitler que la Fiscalía anunció que citará a más de 600 personas para que expliquen, si es que pueden, por qué inscribieron su cédula en municipios donde no viven, ni han vivido, ni tienen ningún arraigo, y sin embargo zonificaron sus cédulas a cientos de kilómetros de sus residencias, cuando el objeto de la zonificación es que el elector vote cerca a su casa.
No sabe el Führer que comenzaron las detenciones sin precedentes en la historia judicial del país y que una de las capturadas es Margarita Alvarado, la registradora de Puerto Colombia, uno de los municipios vergonzosamente campeones de la trashumancia electoral.
Ni se imagina que la funcionaria sub judice está acusada de crear una hábil artimaña para suplantar a 700 personas que aparecieron inscritas para votar en el antes histórico municipio de Puerto Colombia, por donde entraron miles de judíos y alemanes a principio y a mediados del siglo pasado, y ahora se ha tornado en la capital del trasteo electoral, como le dicen en el interior a este tipo penal.
Y aunque en el segmento intervenido por los hábiles bromistas la rabia hitleriana se refiere a la decisión del general Steiner de retirarse y no acatar las órdenes de su comandante superior de atacar hacia el Sur, la ira del Führer sería mayor si se entera que Suan, Campo de la Cruz, Juan de Acosta, Piojó y Soledad no tienen límites en cuanto a compra de votos, trashumancia y toda una fiesta de delitos electorales. Se va a necesitar un búnker como el del líder del nazismo para encerrar a los responsables. Que están ahí, haciendo campaña, como si las tropas rusas no llegaran nunca.
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