Todo bien en el equipo colombiano para su debut en el Mundial Brasil 2014, enfrentando al desconocido fútbol Griego, con pocos méritos para impedir la magnífica posesión de la pelota, única herramienta posible para hacer goles y para evitarlos.

Clásico partido mundialista contra la fuerza física de los Griegos, una selección que tiene muy poco control de la pelota, refugiándose herméticamente en su territorio, con nueve hombres, en plan de destrucción, utilizando el contra golpe como arma para salvar, con un empate o un triunfo por la mínima, la papeleta de la participación.

Colombia tiene la ventaja de su talento individual, la jerarquía que produce el permanente roce internacional con las mejores figuras del momento y la picardía criolla para resolver los mano a mano, que serán frecuentes ante una marca a presión.

Duro y difícil va a ser superar la cerrada y hermética defensa implantada por los paisanos del gigante de Rodas, pero confiamos en la inteligencia de James Rodríguez, la habilidad de Juan G. Cuadrado y los desplazamientos por fuera de Zúñiga y Armero, para que el goleador Carlos Bacca y el magnífico Teófilo Gutiérrez tengan suficientes pases gol y puedan hacer su trabajo arriba.

Encuentro de dos estilos antagónicos, con suspenso y sufrimiento incluido, que finalmente debe definirse a favor de los cafeteros, como nos llaman en el sur del continente, por el mejor juego de conjunto y la mayor ambición y creatividad para crear una imponente herradura alrededor de la táctica del murciélago.

No faltaran las imprevistas decisiones arbitrales que tanto daño hacen con sus dudosos penales, fuera de lugares inexistentes y tarjetazos que debilitan el accionar de los planteamientos, y que se deben evitar para asegurar el paso a la siguiente ronda y así convertirnos en una de las 16 mejores selecciones del mundo, y de ahí para adelante, el rancho ardiendo, como se dicen en el béisbol.

Buen viento y buena mar, siempre con la protección de Dios y nuestra Virgen del Carmen, le deseamos a nuestra gloriosa selección nacional.

Sigan siendo felices, Édgar les dice...