Mucho mapita con rayas amarillas, rojas, azules, muchas instrucciones, muchas prohibiciones: que si gire a la derecha, que si a la izquierda, que de tal hora a tal hora no puede circular, que si la placa, que si el día, que si para llegar a su casa debe ser antes de 6 y 30 o después de 8 y si le coge un trancón, récele al Espíritu Santo para que lo calme y no le dé un patatús por la rabia. Esto no lo entiende ni el padre Chirulo ni los mismos ‘genios’ que lo inventaron.

Es el nuevo pico y placa que regirá próximamente por razón de las tres obras que simultáneamente se van a ejecutar. Primero lo programaron mensual, ahora es semanal; menos mal; aunque el enredo sigue igual. Surge una inquietud: ¿ Están las autoridades del tránsito capacitadas para manejar esta nueva difícil situación? Es probable que este pico y placa no sea el definitivo, pues si no funciona, vendrá uno nuevo, y no nos sorprendería, dado que ya se ha vuelto costumbre decretar y luego reversar. Si bien las obras que se realizan son beneficiosas para la ciudad, las autoridades no pueden desmejorar la calidad de vida de la ciudadanía mientras duren estas obras, y deben tomar las medidas del caso para evitarlo.

Si manejar aquí es ya complicado, ¿qué va a suceder cuando empiece a regir el pico y placa, pues además del estrés que produce el carro de mula que se atravesó, el bus que se voló la escuadra o el peatón indisciplinado, habrá que descifrar las nuevas normas que no son lo suficientemente claras? Y si por desgracia se nos ocurre tomarnos un solo traguito para relajarnos, nos caerá encima todo el peso de la Inquisición para aplicarnos un castigo ejemplar. ¿Quién podrá salvarnos? Solo el Chapulín Colorado.

Antonioacelia32@hotmail.com.