Un fantasma recorre Colombia y tiene asustados a los políticos tradicionales: es el fantasma del voto en blanco. Encuesta tras encuesta (Cifras & Conceptos, Gallup, CNC, etc.) el voto en blanco ha venido creciendo como la opción más preferida de los potenciales sufragantes que participarán tanto en las elecciones a Congreso como en la primera vuelta presidencial.
Muchos análisis se han hecho sobre este fenómeno sin antecedentes en nuestra historia contemporánea, pero, independiente desde el punto de vista desde donde se mire, todos los análisis coinciden en señalar una verdad de a puño: que el voto en blanco refleja el rechazo, la apatía, el hastío y el desencanto del ciudadano del común frente a la clase política tradicional y sus prácticas corruptas.
En pocas palabras, que la ciudadanía se ‘mamó’ de los políticos y no siente que éstos representen sus intereses. Es una verdadera crisis de representatividad que socava el concepto mismo de la democracia que funda nuestro estado de derecho.
Y tienen razón quienes afirman que ha llegado el momento de sentar un precedente, de enviar un contundente mensaje a las dinastías políticas que se han perpetuado en el poder aquí y acullá. Llámense Gerlein, Name o Char en Atlántico; García Romero en Bolívar; López en Córdoba; Araújo, Castro, Cuello o Gnecco en el Cesar; Guerra en Sucre, Vives o Pinedo en Magdalena; o Ballesteros, Cerchar, Deluque o Durán en La Guajira.
Precisamente, en su columna de ayer (Cachaco con cachaco), Cecilia López señala una gran verdad sobre la inmensa responsabilidad que tenemos los costeños como sociedad por haber permitido el auge y empoderamiento de estos clanes políticos que son respaldados y favorecidos por las élites bogotanas.
En una entrevista radial, López explicaba con acierto cómo las élites capitalinas han protegido y reforzado a los gamonales criollos para que hagan el trabajo sucio que ellas no se atreven a hacer. (http://www.radioguatapuri.com/component/k2/item/18349-exministra-cecilia-lópez-se-refiere-a-su-columna-“cachaco-con-cachaco”-publicada-en-el-heraldo).
En el mismo sentido se expresa la politóloga Claudia López al decir, sin ambages, que los Santos y Vargas Lleras que hoy son 1 y 2 a la Presidencia no tuvieron reparo alguno para abrazarse y tomarse fotos con los Kikos Gómez o los Mellos Cotes del momento, porque en ese entonces los necesitaban.
Así las cosas, cuando las opciones que tenemos para Congreso y Presidencia no nos representan, o simplemente no nos gustan, votemos en blanco. Votar en blanco es una opción democrática mucho mejor que la simple abstención (no salir a votar y quedarse en la casa).
El voto en blanco es una revolución pacífica porque en un solo día, de ser mayoría, puede arrasar de un tajo con gran parte de la clase política tradicional y con los que aspiran a ser congresistas en cuerpo ajeno porque sus familiares ya no pueden. Basta un solo voto más que obtenga el blanco (mayoría simple) que la lista más votada para que las elecciones se repitan sin que puedan participar nuevamente los candidatos que participaron en la pasada elección.
Tu voto en blanco puede transformar este país como hace 23 años la séptima papeleta dio lugar a una nueva Constitución. No más corrupción, no más politiquería. ¡Basta ya! Vota en blanco a Congreso y Presidencia para que Colombia no siga condenada a otros cien años de miseria y soledad.
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