No he vuelto a Granada. Pero guardo el recuerdo de, cuando desde la ventana de la cocina de mi prima, contemplaba la Cuesta de Aixa: una calle empinada y empedrada, difícil, solitaria y misteriosa como debió ser la misma Aixa, la madre de Boadil, el rey moro poeta del gran reino nazarí de Granada, que al verlo llorar al abandonar la Alhambra tras su rendición a Castilla, ella le recriminó que llorara como mujer lo que no había defendido como hombre.
En el testimonio de la grandeza del ‘Palacio de los palacios’ andalusíes, se abre la conmemoración de los mil años de aquel período nazarí con la exposición Arte y Culturas del Al-Andalus. El poder de la Alhambra.
Mil años del reino de Granada resaltando lo que fue desde el califato de Córdoba, 1013 hasta su ocaso en Granada en 1492. Desde el 2 de diciembre y hasta marzo del 2014, la exposición representa, como jamás se había logrado, la vida, la historia, el conocimiento y el ser andalusíes. Las palabras de la presidenta de Andalucía testimonian la profunda identidad marcada por “Mil años de cultura, de nuestra historia y nuestro patrimonio que nos han sumergido en el pasado para dar sentido y proyección al futuro. Mil años de historia que nos han ayudado a entender quienes fuimos, quienes somos y sobre todo, quienes queremos ser”.
¡Quién pudiera volver a Granada! En estos mil años de la historia no ha debido haber ni un hombre ni una mujer árabes que, al visitar la Alhambra, no haya llorado en su corazón por la maravilla perdida. El tesoro más preciado del andalusí, alma y ensoñación de cualquier andaluz que se precie de serlo.