Ahora que Barranquilla enfrenta el peligro de que se haga efectivo el embarque por fondeo –a pesar de que la ministra del Transporte asegure que está en estudio– es válido cerrar filas, pactar la concertación, hacer el diálogo y la unión, que desde aquí propusimos hace más de un año, antes de que el caso de la Cámara de Comercio tuviera el viaje que finalmente tomó y se perdiera tan valioso tiempo en enfrentamientos. Lo que se puede ver como un desgaste y desperdicio hay que asimilarlo como una lección, como un dolor de crecimiento, pertinente para que Barranquilla se consolide y enfrente todo lo que venga en su contra.
Está por confirmarse que en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca fue vencida la ponencia del magistrado que ratificaba el fallo del juez 35 Civil del Circuito y restituía a la junta directiva del 5 de julio del año pasado, ya que otros 2 integrantes la desestimaron. No trascienden todavía los fundamentos de la derrota y si habrá o no salvamento de voto, pero más aún: si el alto funcionario se ratifica en el escrito que elaboró, el resultado será el mismo y podría subir a la Corte Constitucional. Allí además cursa la Insistencia –esa es la figura– que la viceprocuradora general de la Nación, con funciones de procuradora general, Marta Isabel Castañeda Curvelo, envió el pasado 17 de junio a la Sala de Selección 5.ª y que pide revisión de la tutela interpuesta por Samuel Tcherassi Solano para proteger transitoriamente el derecho fundamental al debido proceso. En otras palabras, a pesar de que este tortuoso proceso “pique y se extienda” –como un buen partido de béisbol–, para la capital del Atlántico ha sido un intensivo curso en el cual aprendimos que las cosas a lo bien y sin pelea salen mejor, y que a pesar de que suene a lugar común o estereotipia, “la unión hace la fuerza” y que “los trapitos sucios se lavan en casa”.
Hace dos meses opiné de manera virtual, cuando se vieron frustradas las mejores intenciones del gobernador José Antonio Segebre, siempre conciliador, y las de la alcaldesa Elsa Noguera, para quien primero está Barranquilla. En ese entonces sostuve en mis trinos que tanto para la guerra como para la paz se necesitan dos. Fue que no se sacaron unánimemente los pañuelos blancos, a pesar de que, para estar en el susodicho encuentro de conciliación, el empresario Samuel Tcherassi estuvo en un avión más de 24 horas. Solo hasta ahora, como periodista comprometida con la verdad y con lo que aprendí de los decanos de EL HERALDO: un acto de buena fe, que se repite a diario, me ocupo otra vez, Claroclarito, de la confrontación. Guardaba la esperanza de que tuviera un arreglo directo y que no empañara tanto la imagen de la ciudad, pero ante el raponazo que quieren darnos, montando el desembarque de fondeo, uso este espacio para llamar la atención sobre un hecho insoslayable: pase lo que pase, con el limbo de la Cámara de Comercio, este gremio tiene que reinventarse o re-masterizarse. Ya nada será igual y debe darse un verdadero proceso de transformación que le recomponga el camino. Sospecho que los directivos del 5 de julio ya pasaron la página y asumen otros retos. No de otra manera puedo entender que Tcherassi Solano, dotado de alas para vuelo alto, haya cargado semejante maleta con valentía, paciencia, prudencia y dignidad. Su frase: ¡nunca pares nunca! y la afirmación de que: “una ciudad no puede seguir olvidando el pasado, asimilando el presente y soñando con el futuro; el momento es ya…” evidencian que es un aplicado alumno y que ya cumplió con esta primera tarea. De la lección de la Cámara de Comercio todos debemos aprender para defender monolíticamente a Barranquilla.
Por Mábel Morales Polo
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