El Heraldo
Alejandro Sánchez, biólogo venezolano.
Ciencia

Tras la regeneración celular: la obsesión de Alejandro Sánchez

El biólogo molecular venezolano lidera una investigación que a futuro podría revolucionar la Medicina, sin embargo, su mayor sueño es volver a  su país.

Desde un laboratorio marino en Massachusetts, Estados Unidos, donde se encuentra dictando clases, Alejandro Sánchez Alvarado, biólogo molecular e investigador del Stowers Institute for Medical Research, responde una llamada que le suena familiar. Llega de Colombia, cerca del país que tanto extraña, al que no ha podido regresar hace mucho y con el que sueña día tras día porque allí nació y, en algún punto, quiso ejercer su carrera: Venezuela. 

La revista científica Cell publicó una investigación liderada por Sánchez Alvarado, un proyecto al que se ha dedicado desde finales de los 90 y cuyos avances han causado revuelo en el mundo. Junto a casi una veintena de expertos consiguió identificar y aislar la célula viva de un organismo adulto capaz de regenerar cualquier órgano, tejido o sistema.

Mientras Donald Trump se posesionaba como presidente de Estados Unidos, Venezuela conseguía dos medallas de bronce y una de plata en unos Olímpicos, Reino Unido votaba a favor del Brexit y Cuba y Estados Unidos reanudaban relaciones diplomáticas, un grupo de 19 investigadores liderados por Sánchez se dedicaba a ese aislamiento. Un proceso que tomó entre tres y cuatro años.

Para entender la dimensión de esta investigación, es necesario comprender primero el concepto de planarias. Se trata de pequeños gusanos planos con una característica especial: se regeneran. Explicado en el sentido práctico, retoman su forma inicial si los cortamos, y ese trozo que fragmentamos —si contiene aquella célula hallada por los investigadores y llamada neoblastos— se regenera y se convierte en otra. Es decir, de una podríamos llegar a tener dos (o más, dependiendo del número de fragmentos).

-¿Cuánto tiempo puede tardar el siguiente paso de su investigación? 

-Para eso necesitaría una bolita de cristal (Risas). Uno nunca sabe porque es algo que puede ocurrir rápida o lentamente, pero a la velocidad que estamos avanzando de aquí a 10 o 15 años no sería difícil imaginarse que existan metodologías que permitan sintetizar tejido neuronal.

-¿Y para introducir la célula?

- Introducir esa célula para que se incorpore normalmente en el tejido tomaría mucho más tiempo, porque es algo que todavía no podemos entender. 

¿Cómo lo hacen estos organismos?, fue la pregunta planteada por este investigador venezolano, que incluso ha llevado su experiencia a las conocidas conferencias TED. La idea era encontrar esa célula madre, esos neoblastos que le otorgaban casi que un ‘superpoder’ para después aislarla y empezar todo un proceso que podría, en cuestión de varios años, llegar a brindar un aporte significativo a la salud humana.

 “Lo que tuvimos que hacer fue aislar la colección de células que pensábamos contenían esta propiedad, y luego hacerlo individualmente y definir su expresión génica. Eso se lo hicimos a ocho mil células independientemente”, cuenta Sánchez Alvarado.

Una vez que llevaron eso a cabo pudieron entonces comparar unas células con las otras y comprobar “que dentro de esa colección homogénea de células había subpoblaciones que se parecían más entre ellas que a las otras dentro de la misma población”. Fue así como emergieron 12 subpoblaciones que conformaban el grupo completo de células. 

“Cuando empezamos a ver la composición génica de cada grupo descubrimos uno al cual llamamos Nb2, cuya existencia desconocíamos y por lo tanto sabíamos poco. Las investigamos a fondo y descubrimos que dentro de esa subpoblación estaba la célula responsable de regenerar el animal completo”.

Al ellos poder identificar las células responsables de la producción de tejido, las pueden cultivar y empezar a indagar su comportamiento celular. 

El investigador explica que con esto pueden empezar a diseccionar sus procesos moleculares para entender cómo son capaces de regular su potencial genómico para producir tipos específicos de células. “Lo que pensamos es que una vez interpretemos esos procesos podríamos compararlos con lo que hacen nuestras células y tratar de ver si nosotros podemos, de alguna forma, invocar esos procesos y dirigirlas a producir tejido que se haya dañado, esté enfermo o se haya perdido en un accidente”.

Preguntas

La paciencia junto a la perseverancia y la pasión son algunos de los ingredientes que componen el espíritu investigativo. Décadas de análisis y procesos para encontrar una señal de aquello que con tanto ahínco se quiere para luego plasmarlo en un papel bajo una rigurosidad única, demostrando, explicando y graficando para su posterior publicación. Abrir una puerta a lo que podría ser, pero que también tiene la posibilidad de no serlo. Algo que los hombres y mujeres de ciencia tienen claro.

¿Por qué no somos capaces de restaurar células neuronales cuando las perdemos en un derrame cerebral, por ejemplo? 

Nuestro cuerpo no tiene la capacidad de restaurar esas células y los organismos que ellos estudiaron sí la tienen. 

-¿Ninguna de nuestras células tiene esa capacidad?

- Desafortunadamente no. Pero resulta que, por ejemplo, cuando somos embriones tenemos esas células, lo que pasa es que no somos capaces de mantenerlas después del proceso embrionario.

-¿Cómo así?

-Cuando estuvimos en el vientre de nuestras madres nos originamos de una célula, esa produjo células madres de las cuales se dio todo lo que nos hace hoy en día. Vivieron por unas pocas horas esas células y después se perdieron. Lo que quedó ahora son células madres encargadas de restaurar tejidos específicos, como las células de la piel, las que recubren el sistema digestivo, perdimos las que son capaces de restaurar tejido nervioso. 

-¿Sería entonces posible que hayamos perdido esa capacidad por la evolución?

- Es totalmente posible que la razón por la cual nosotros perdimos esa capacidad era para ganar otra característica. La razón por la que no tenemos ese tipo de actividad celular es algo que desconocemos por completo, pero pensamos que si otros animales también han evolucionado sería posible, una vez se comprenda ese proceso, introducir ese tipo de manipulación de restaurarse cuando sea necesario. 

Lo que este grupo de científicos busca entender es por qué perdimos esa capacidad, y si lo hicimos, cuán alto será el precio para nosotros de poder restablecerla. Lo anterior teniendo en cuenta que, si es dañino para el ser humano por alguna razón, habrá que pensar en otra solución, pero si resulta que puede ser controlado para restaurar algún tipo de célula, por ejemplo neuronal o cardíaca, “sería valioso para diagnosticar y tratar enfermedades o afecciones que sufrimos en estos momentos”.

El comienzo

Cada investigación de Sánchez Alvarado está motivada por el recuerdo que tiene de una clase de biología en su bachillerato, el motivo para enamorarse de esta área y no dejarla ir. El profesor Maldonado, de origen cubano, fue, sin saberlo, el artífice de que hoy un latino esté al frente de esta investigación. “Era un señor que en vez de forzarte a memorizar conceptos y términos hacía que pensáramos, te ponía problemas en clase y no te daba respuestas”.

Aquél primer día de clase, cuenta Sánchez, todos estaban aterrados con el profesor porque “no había forma de estudiar”. Preguntó cuál es el número mínimo de letras que uno podía usar para un lenguaje y no empezó la clase hasta que alguien respondiera. 

“Se quedó sentado y nosotros viéndonos las caras. Un compañero, amigo mío, levantó la mano y dijo que una sola letra. Luego explicó que la ‘a’ es una palabra, ‘aa’ es otra, y así hasta el infinito”, relata.

El profesor usó eso para decir que la naturaleza utiliza solamente cuatro letras para describir todo lo que se ve, “y son las cuatro bases del ADN”. “Así fueron todas las clases, con este tipo de paradojas, problemas y experimentos. Eso me marcó muchísimo y me enamoré de la biología”, resalta.

Llevado a la práctica el problema de ahora para él y el resto de los investigadores es: ¿cómo incorporar esas células y permitir que el organismo las acepte? 

“Tenemos que centrar toda nuestra inteligencia en ser tontos otra vez y perdernos en la inmensidad de lo desconocido”, dijo en su charla TED.

Ellos estudian organismos que no tienen ningún problema en incorporar tejido nuevo al preexistente. “Esos procesos biológicos son accesibles a la experimentación, así podemos entender ese proceso de reincorporación y combinar tanto la regeneración de células como la incorporación”, asegura el biólogo.

Dentro de otras investigaciones del venezolano está el entender cómo ciertos organismos son capaces de regenerar tejidos complejos. Hay, por ejemplo, unos caracoles que son de Brasil, y según cuenta “estos animalitos tienen ojos que son casi anatómicamente indistinguibles de nuestros propios ojos. Tienen una cornea, lente y retina, si cortas el ojo entero del caracol lo regenera por completo”. 

El objetivo entonces es tratar de desarrollar las herramientas celulares y moleculares para entender cómo son capaces de regenerar un ojo, que es tan complejo, como el de los mamíferos.

“Cómo esas actividades moleculares son activadas en el tiempo y el espacio para producir un ojo nuevo y esa información puede ser traducida y ver si, como mínimo, podemos restaurar un lente o parte de la retina de nosotros. Creo que promete mucho esta investigación en eliminar un poquito este misterio que es no poder regenerar tejidos complejos”, asegura.

La finalidad de todas sus investigaciones, sin mirar aquella bolita de cristal para conocer el tiempo en el que ofrecerán resultados, están en que puedan relacionarse a lo que es nuestro cuerpo, el cómo podríamos conseguir una regeneración celular y así asociarlo a terapias y tratamientos que beneficiarían a millones de personas. Un sueño que empezó en la clase del profesor Maldonado, que lleva 20 años en curso y al que le dedica su vida y la paciencia, una palabra que por casualidad contiene su mayor pasión: ciencia.

 

Alejandro Sánchez Alvarado acompañado de su equipo de investigación.
“Quiero en algún momento serle útil a mi país”, Alejandro Sánchez.

Además de investigador y dedicar horas y horas a las planarias y neoblastos, Alejandro Sánchez Alvarado es padre de un adolescente —aunque él prefiere seguir llamándolo ‘varoncito’ porque “para los padres los hijos nunca crecen”— y una niña.

Su hijo no seguirá sus pasos, está próximo a ingresar al conservatorio porque lo suyo es la música, y como buen padre “tendrá todo el apoyo en cada meta que se proponga”. Su esposa, Tatiana, también es científica.

De Venezuela extraña todo, quizá por esa razón el acento y las muletillas propias de un caraqueño no se han ido, aunque la mayoría de videos que se encuentren de él en la web sean en inglés. 

 

P.

¿Cómo llega un latino a dirigir esta investigación?

R.

 Me formé universitariamente en Estados Unidos porque en Venezuela no existía la carrera de biología molecular. Me regresé a Venezuela y no pude ejercer, entonces me devolví a Estados Unidos otra vez para sacar el doctorado. Me han invitado a quedarme para hacer esta investigación. Vengo haciendo esto desde finales de los 90 hasta hoy.

P.

¿Por qué no pudo en Venezuela?

R.

No me tocó en esa oportunidad. La situación política, como lo tienen todos presente, es inestable, la pobreza está y los problemas de los venezolanos son prácticos como para poder tener la posibilidad de invertir dinero para hacer investigación que no vaya a dar un producto inmediatamente.

P.

¿Tiene familiares allá?

R.

Tengo hermanos, primos y a mi madrina. Mi padre y tío fallecieron recientemente, por la situación económica la medicina en Venezuela está muy mal. Mi mamá se mudó a Costa Rica, de donde es, hace muchos años.

P.

¿Hace cuánto no va?

R.

No puedo viajar a Venezuela porque no me renuevan el pasaporte venezolano y como tengo pasaporte norteamericano me han negado la visa varias veces. Tengo años sin ir. 
No he sido en ningún momento militante de uno o de otro lado, para mí la ciencia y avanzar en el conocimiento es lo más importante. La situación ha sido bastante dificultosa para mí.

P.

¿Qué es lo que más extraña?

R.

La gente, nuestra forma de ser, la comida, los olores, colores y sabores (risas), qué no se extraña de la tierra de uno, hasta la música. Estuve hace poco en Medellín y eso me trajo un diluvio de recuerdos, me sentí un poquito en Venezuela. 

P.

¿Qué sueño tiene?

R.

No me puedo quejar. Extraño a Venezuela y un sueño mío sería en algún momento serle útil a mi país personal y profesionalmente. 

P.

¿Cómo ve la ciencia en Latinoamérica?

R.

Hay faros de esperanza. En la Universidad de Antioquia he conocido que adelantan investigación de punta, estoy sirviendo en el comité de una tesis doctoral y me encantó la nueva biología que ha descubierto. 

La capacidad de los estudiantes que se están formando en estos países es bastante alta. Si se les diera la oportunidad de participar en la comunidad científica internacional darían punta sin duda alguna.
 

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