Se vislumbra al interior del país la fatiga de los guerreristas de diversa naturaleza. En efecto, las Farc decidieron dejar las armas y cambiarlas por el debate político. El Eln, está cerca del cese del fuego, y el llamado cartel del golfo ha propuesto a través de su máximo representante someterse a la justicia.
Pese a lo anterior, todavía quedan guerreristas que le apuestan a la confrontación armada y que no se despojan de sus egos e intereses. Con su egoísmo llevan a fomentar la división de los colombianos y a dejar incertidumbre sobre el futuro del país, generando a su vez temor para alcanzar réditos políticos. Con su actitud mezquina obstaculizan la reconciliación, estimulando de paso emociones negativas, como el odio, el rencor y la venganza, y nada propositivo para un país mejor.
En vez de identificarse por una genuina participación política para buscar el bien común y la unidad de la nación, utilizan la política para fracturar al ser humano y con ello polarizar al país y a provocar conflictos, no a concertar para ponerse de acuerdo con los que piensan diferente.
A propósito de lo antes registrado y a raíz de la visita del papa Francisco, este dejó sentado los mensajes: “el odio empequeñece al ser humano lo vuelve ruin y mezquino”. Así, como: “Es la hora de desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”.
Edgardo Enrique Salebe Morr